VANESSA GARDNER
Como el día anterior, acompañé a Noah a su segunda ponencia. Era un hombre inteligente, que compartía su conocimiento con fluidez, dominándolo por completo. Tal vez era guapo y con un cuerpo escultural, pero… ¡por Dios! ¡Su maldito cerebro trabajaba tres veces más rápido que cualquiera!
Era fascinante conocer a alguien tan apasionado por lo que le gustaba. Los hombres que tenían algo más que una cara bonita, que en verdad lucían un cerebro privilegiado y que no solo fortalecían sus músculos me parecían tan atractivos y Noah, bueno… él estaba en la cúspide.
No iba a negar que me enamoré de él desde la primera clase. Mi admiración creció y se convirtió en algo más intenso, pero al mismo tiempo sabía que no era una opción. Mi orgullo me mantenía al margen, no iba a ser una más en su lista y aun así ahí estaba, jugando a ser su novia, no porque él iba a pagar mi matrícula, ese solo había sido el pretexto perfecto para probar un poco de lo que podía ser convertirme en algu