45 - Bendecir el Capullo.
Asentí con solemnidad, manteniendo mi expresión imperturbable.
— Sí, Madre Superiora — confirmé, adoptando el papel que Saúl había elegido para mí —. Hemos venido a ofrecer nuestra ayuda y apoyo al convento en cualquier forma que podamos.
La Madre Superiora pareció considerar nuestras palabras por un momento antes de asentir lentamente.
— Entiendo — dijo, su tono cauteloso, pero receptivo — Por favor, pasen.
Nos escoltó al interior del convento, sus pasos resonando en el silencio de los pasillos. Saúl y yo la seguimos con determinación, nuestros corazones llenos de propósito.
Una vez dentro, nos dirigimos a una sala tranquila donde pudimos conversar en privado. La Madre Superiora se sentó frente a nosotros, sus ojos fijos en los nuestros mientras esperaba que comenzáramos.
Saúl tomó la palabra una vez más, su tono serio pero amable.
— Madre Superiora — comenzó, su voz resonando con autoridad —. Como mencioné antes, hemos venido en nombre del Vaticano para ofrecer nuestra ayuda y apoyo