La ausencia de la amiga de mi Luna dejó su espíritu en una montaña rusa de emociones. Aunque la alegría por el reencuentro de su amiga con sus padres y su verdadero origen es inmensa, una punzada de tristeza por la inevitable separación le oprimio el pecho; son inseparables, al fin y al cabo. Aun así, tanto ella como yo nos esforzábamos en mantener su ánimo, recordándole la promesa de que, una vez su amiga domine sus poderes, los portales se abrirán para reunirlas cuantas veces quisiera.
La mano de mi luna trazó un sendero de caricias ardientes por mi pecho. Su simple toque, mezclado con su aroma embriagador, fue suficiente para encenderme por completo. Deseando tenerla de nuevo, escucharla gemir mi nombre, pedir más con cada embestida, y hacerla gritar de placer.
"Mi hermosa luna, no juegues con el lobo, porque te puede devorar". Gruñí en su oído, mi voz endurecida por el deseo. Sus caricias bajan sin prisa, encendiendo cada fibra de mi cuerpo. La cordura se desvanece a medida que s