50. NEGOCIAR
[FRANCESCO]
El silencio vuelve a caer en la sala, pero no es un silencio tranquilo: es como el zumbido de un motor al límite, esperando estallar. Siento cómo la adrenalina me recorre todavía, no por la pista esta vez, sino por lo que acabamos de arriesgar.
Me paso una mano por el rostro, intentando calmarme. Sofía sigue con la tablet abierta, los dedos tensos sobre la pantalla. No dice nada, pero la conozco: está calculando cien escenarios a la vez, todos con finales distintos, ninguno completamente seguro.
—No me gusta que Serkan se haya aparecido justo ahora —murmura.
—Serkan aparece donde huele sangre —respondo, apretando los dientes—. Y nosotros no podemos permitirnos sangrar.
Ella me mira, seria, con esa frialdad que me enciende y me desespera a la vez.
—Entonces necesitamos sellar esto antes de que alguien más meta las manos.
Asiento. Sí, ese es el punto. Blindarnos antes de que William, o peor aún, Serkan, conviertan nuestra fachada en un arma contra nosotros.
Me levanto, empuj