Minutos después de que Ethan salió, Jazmín acostó con delicadeza al pequeño Oliver en su cuna. Lo arropó con mimo, rozó su frente con un beso, salió de la habitación y cerró la puerta cuidadosamente para no hacer ningún tipo de ruido que perturbara el sueño del bebé.
Bajó a la cocina por un jugo de naranja, al cruzar el pasillo, escuchó el timbre y fue a abrir la puerta, sabía que Tatiana y la otra empleada no estaban en la mansión.
Al abrir la puerta, se encontró con una visita inesperada.
—¡Jazmín! —exclamó Jake con una sonrisa enorme, corriendo hacia ella con los brazos abiertos.
—¡Jake! —dijo ella con la misma sorpresa, inclinándose un poco para recibir su abrazo.
Él se le colgó de su cuello, como si hubieran pasado meses desde la última vez que se vieron. Jazmín sintió una inmensa ternura al verlo tan feliz.
—¡Vinimos a ver a Oliver! —anunció él con los ojos brillantes. Detrás de él, Alicia sonrió y saludó con un leve gesto de cabeza.
—Qué bueno verlos —dijo Jazmín, acar