Aquel momento de intensidad y deseo recién vivido fue abruptamente interrumpido por golpes en la puerta.
—Señor Ethan, abra por favor —dijo Tatiana al otro lado.
Ethan se incorporó de inmediato, ajustándose el pantalón y limpiándose los restos de fluidos de los labios. Jazmín, alterada, buscó su ropa íntima entre las sábanas y corrió al baño. Él se dirigió a la puerta, abriéndola lentamente mientras se frotaba los ojos, fingiendo haber sido despertado.
—¿Qué ocurre, Tatiana?
—Disculpe que lo despierte, señor, pero la señora Alicia está abajo. Trae una autorización judicial que según le permite ver al bebé.
—No la deje pasar. Ya bajo —dijo, mientras se alisaba el cabello alborotado.
—Sí, señor —respondió la morena antes de bajar apresurada.
Cuando Tatiana bajó, ya era tarde; Alicia había entrado. Esta vez venía sola, había dejado a Jake al cuidado de una empleada. Su mirada era firme y desafiante. Estaba dispuesta a todo para no perder la oportunidad de ver a su nieto.
Ethan,