Juliette dio inicio a su espectáculo. Con la música de fondo, las luces y sus movimientos sensuales alrededor del tubo giratorio, atrajo de inmediato la atención y las miradas de los espectadores. Mateo seguía cada giro y cada ondulación con evidente entusiasmo, ignorando por completo quién se escondía tras la melena rubia.
Ethan, en cambio, no apartó los ojos de ella, mas no la veía con deseo, sino con impaciencia. No le interesaba aquel espectáculo; lo único que quería era que terminara su show para poder confrontarla.
Mientras la música cesaba y los aplausos disminuían, Juliette desapareció tras el telón rumbo a su camerino. Apenas tuvo tiempo de sentarse y beber un sorbo de agua cuando escuchó los golpes en la puerta. Se levantó, tratando de recuperar el aliento, debía ser su jefe quien había ido a felicitarla por su excelente trabajo.
Abrió la puerta con una amplia sonrisa en su rostro, que rápidamente se desvaneció al ver de quien se trataba. Ethan estaba allí. Juliette inte