Jazmín empujó la puerta de vidrio con marco dorado y entró al local indicado por la asistente de Ethan. Desde el primer paso, sintió que estaba en otro mundo. El suelo de mármol relucía bajo las luces de las lámparas de cristal que colgaban en el techo de dry wall. Las paredes altas estaban vestidas con espejos, lo cual realzaba aún más la amplitud del lugar.
Una joven perfectamente peinada, con una tablet en la mano y un traje negro impecable, se acercó con una sonrisa profesional.
—Buenos días, ¿le gustaría un café o un té mientras le muestro algunas piezas? —preguntó con amabilidad.
—Un café, por favor —respondió Jazmín, algo tensa. La situación con Alicia esa mañana le había quitado el apetito y apenas había probado bocado.
—Bien sígame por acá —dijo llevándola hasta el vestíbulo donde le mostraría los últimos trajes de fiesta que acababan de llegar.
Jazmín siguió a la asistente hasta el vestíbulo privado. Un espacio más íntimo, adornado con cortinas de lino claro, sillone