Después de salir de la tienda, Jazmín caminó unos pasos con el vestido envuelto en una elegante caja de cartón rígido. Aún podía sentir la mirada altiva de la mujer rubia clavada en su espalda. Había algo en ella, en su porte, su tono de voz, incluso esa forma cortante de mirar.
¿Dónde la había visto antes?
¿A quién le recordaba?
Cruzó la calle con cuidado y entró a una tienda contigua, atraída por el escaparate de zapatos. A pesar de la incomodidad vivida, quería completar el conjunto. Tal vez eso la ayudaría a sacarse de encima la sensación de haber sido humillada.
Eligió unos tacones de gamuza beige y una cartera sobria que no compitiera con el vestido. También encontró unos pendientes discretos, pero brillantes.
Mientras pagaba, su mente volvió al vestido verde. Aquel que parecía hecho para ella. El mismo que había tenido que dejar para pagar el que injustamente le había sido cobrado.
Suspiró hondo y salió de la tienda. Subió al taxi y volvió a la mansión justo antes del