Kath intentó negarse, pero después de presenciar la muerte de Elena y de verlo llorando de esa forma, no fue capaz de decir que no.
—Está bien —musitó sin estar muy segura.
—No es buena idea —murmuró Benjamín y ella asintió porque sabía que tenía razón.
James miró a su guardia con fijeza, como si quisiera decir algo que para nada era lo que su boca pronunció después.
—No le voy a hacer daño, solo quiero disculparme con ella en nombre mío y de mi madre que ya no puede hacerlo —la voz se le rompió al mencionar a su madre y Kath no pudo evitar de nuevo compadecerse. Ella sabía bien lo que era eso—. Pueden estar presentes. No hay problema.
Salieron de la habitación y James le pidió que esperaran un momento en la sala de visitas mientras él se ocupaba de todos los trámites para darle descanso a su madre.
—Que llanto más falso —escuchó como Benjamín le decía a otro de los guardias—. No hay quien pueda creerse que de verdad lo siente.
—No todo el mundo expresa su dolor de la misma forma —los