Mundo de ficçãoIniciar sessãoSanti abrió los ojos de la impresión después de oírme y contempló alrededor, probablemente apenado con el resto de los artistas, un segundo después, lo vi fijar la mirada en Mariana.
—Pibita, vos lo tenés que hacer. —¡¿Qué?! —contestó Mariana algo alterada y Santi asintió reiteradas veces como una súplica desesperada— ¡Estás como una cabra, tío! —Pibita, vos podés, les falta una guitarra y a vos te sobra talento. —Ratona, él tiene razón —le dije en cuanto me levanté, Mariana me observó algo nerviosa y envolví sus manos con las mías, recibí su diminuta sonrisa como un cálido agradecimiento a mis palabras—. Si este tonto estaba listo para hacerlo, tú más. —Pero tío, yo no he ensayado ni






