Mundo ficciónIniciar sesiónDesde aquella noche en el tablao, me esmeré para demostrarle a la ratona mi completo interés en ella. Las citas pasaron al olvido, al igual que los polvos mágicos con Otto; por ese lado, todos se decepcionaron al saber mis intenciones, aunque fue la reacción del chico la que me provocó una carcajada:
—Sí, sí, guapo; veremos cuánto duras de perrito fiel —me dijo en cuanto lo supo—. Tu polla volverá a follarme pronto, tío —añadió finalmente y me sopló un beso mientras jugábamos al ping-pong en la terraza. Sí, nadie tenía fe en mí y no los culparé, yo construí mi reputación y me tocaba cargar con eso, solo quedaba trabajar para demostrarle a mi hermosa ratona mal hablada que quería estar a su lado. Nada fácil, pero tampoco imposible y si conseguía hacerlo, los demás podían t






