Mundo ficciónIniciar sesión—Ay, joven Kevin, ¡qué bueno que vino a visitar a don Omar! Él ha estado bastante apático.
Una nerviosa sonrisa le devolví a Martha, el ama de llaves de Omar. Él ya sumaba más de una semana de reposo en casa y durante los días previos no me atreví a visitarlo. En realidad, deseé sacarle de mi vida o que me expulsara de la suya, se olvidara de mí; en cambio, la culpa me obligó a contestar sus mensajes y fue el mismo motivo que me llevó a su lado aquel día. La mujer ante mí rondaba la edad de Omar o quizás más joven, aunque su apariencia era similar al hada madrina de Cenicienta: mejillas anchas, gesto amable y dulce sonrisa. La isla de la cocina nos separaba, ella preparaba a saber qué porque ni pregunté, pero un aroma increíble se apoderó de la casa, una mezcla de verduras y carne… lo que fuese, me tuvo con hambre. En la dulce mirada y amable gesto con el cual realizó la preparación, quedó en evidencia el gran cariño profesado a Omar, quizás cuántos años l






