Mundo ficciónIniciar sesiónPara Beatrice, la tarde ha terminado de manera agotadora. Valentina está feliz, pero ella siente la presión en sus hombros. Cuando ayuda a su hija a subir a la SUV, una mano masculina detiene la puerta.
—¡Hola, tío Aarón!
—Hola mocosa.
—¡Aarón!
Beatrice gruñe hacia él, dándole una mirada asesina. Él no disimula el desprecio hacia su hija.
—Tenemos que hablar —espeta él, tomándola del brazo.
Beatrice no lucha frente a su hija, le dice que volverá pronto, pero cuando finalmente están solos, se zafa del agarre de su primo y levanta la mano para abofetearlo; sin embargo, este atrapa su mano.
—¡Hijo de…!
Él aprieta su mano, mirándola con odio.
—¡No te atrevas Beatrice! —sisea—. Que no se te olvide que mi padre no está para defenderte. La única razón por la que no te he sacado de la empresa es porque el viejo fue muy astuto.
—¿En serio? No me digas… —dice ella, zafándose de nuevo, con impotencia. No es la primera vez que la amenaza así, y sinceramente ya está cansada de esto—. ¿Otra vez con tu crisis navideña? ¿Extrañas cuando papá Anthony me regaló un auto y a ti solo te dio cupones para el restaurante? Deja de actuar como un niño, Aarón. Ya madura. La razón por la que tío Anthony no te dio todo lo que tenía es porque sabe qué tipo de persona eres.
Aarón aprieta los puños, la mira con repulsión y odio. Él era todo para su padre hasta que llegó ella, con su triste historial, incluso consiguiendo que el viejo Anthony le diera el dinero para la inversión de la empresa que ella ideó.
De no ser por la ayuda de su madre, Anthony no habría puesto el 40% a su nombre. Incluso después de muerto fue irracional, dejando documentos que respaldaban su decisión de que Beatrice debía seguir siendo la CEO de la compañía, principal dueña, todo.
—Escúchame bien, Beatrice DURÁN —espeta, resaltando su apellido y señalándola con el dedo—. Voy a sacarte de la empresa. Haré lo que sea, incluso si tengo que mancharme un poco. Porque tú no eres más que una mujer “afortunada”. Y al igual que tu madre, una zorra que ni siquiera sabe quién es el papá de su hija.
El golpe que recibe en la entrepierna no lo ve venir.
Maldice, ahogado de dolor mientras cae de rodillas al suelo. Y Beatrice lo mira, temblando, rabiosa.
—Me vuelves a hablar así… O siquiera tocarme o hablarle a mi hija… ¡y te demando! —le escupe, agitada.
Escuchando sus gritos de reclamo camina apresuradamente hacia la SUV.
—Mami, mami, ¿qué tienes?
—N-Nada, hija, nada.
Con las manos temblándole en el volante, sacude la cabeza.
—Pero mami…
—Valentina, por favor. Silencio —exige, severa.
La niña se hunde en su asiento. Y Beatrice sabe que ha cometido un error. Sin embargo, no encuentra la fuerza para disculparse justo ahora.
De camino a su departamento en Miami Beach, las palabras de Aarón resuenan, dándole dolor de cabeza.
“Ni siquiera saber quién es el padre de tu hija.”
Y haberla comparado con su madre…
¿Cómo se atrevió?
Su madre, amó, sufrió, migró tarde con ella y su padrastro, al cual amaba como un padre. Ambos murieron intentando darle un futuro mejor. Ella logró llegar a Estados Unidos. Tenía 17 años, así que buscó a su tío, y este, no dudó en hacerse cargo de ella.
Y no. Ella no es una zorra. No es irresponsable ni mucho menos cobarde. No va a permitir que Aarón les haga daño. Se defenderá a capa y espada, porque eso lo lleva en sus venas.
Sin embargo, cuando ve el rostro decaído de su hija, y la petición silenciosa de que “no le hable” porque está molesta con ella por su grito en la SUV, Beatrice se rompe.
No puede perder la empresa y tampoco romperle el corazón a su hija.
Necesita encontrar un papá falso para navidad pronto.
…
Son las ocho de la noche cuando el timbre de su departamento suena. Al abrir la puerta se encuentra a Karina, con un hermoso vestido verde que combina con sus ojos.
—Sí vas a ir a esa fiesta. Te presento a Carmen, la niñera de mis sobrinos. Cuidará a Valentina por ti toda la noche y madrugada, así que no tienes excusas.
La castaña intenta negarse, pero no tiene energía. No quiere ir dejar sola a su hija esta noche después del momento que vivieron, pero sabe que quedándose aquí solo podría entrar en depresión, sobre todo porque mañana es Día de Gracias y los recuerdos pesan más.
En menos de una hora se encuentra con un vestido negro satinado que encaja perfectamente en su cuerpo de forma de pera. Y aunque su maquillaje es exquisito gracias a Karina, su rostro no tiene una pizca de alegría.
Besa la coronilla de su pequeña mientras la acuesta a dormir pero la niña solo le dice “cuídate mami”. Lo que le deja un nudo en su garganta.
Luego se va de su apartamento, dejando su alma allí.
Karina intenta animarla por todo el camino, y Beatrice consigue sonreír genuinamente antes de llegar al club.
Sus ojos se abren en grande por la inmensidad. Es exclusivo, y aparentemente está muy lleno.
¿Cuántos empleados tiene LatinUnion?
Hasta ahora se da cuenta de que lo único que sabe de esa empresa y de Raúl Meléndez es que son rivales comerciales y… lo demás al parecer es mentira de la gente.
Los guardaespaldas del lugar las dejan entrar en cuanto Karina muestra un código en el teléfono. Pase para dos, porque John le sugirió convencer a Beatrice de ir.
Las luces y la música demasiado alta causan un creciente dolor de cabeza. Tiene 30 años, ya no es una adolescente tolerante a ese ambiente. No obstante, lo intenta.
Se deja guiar por Karina en medio de la gente, y cuando escuchan un grito desde uno de los niveles superiores, ambas alzan las miradas.
Y lo ve.
Desde allí, Raúl toma un vaso de whisky, y sus ojos se clavan en la preciosa mujer vestida de negro.
Ambos se humedecen los labios, casi inconsciente.
Y mientras el pelinegro la ve subir por el ascensor de vidrio, aprieta el vaso en sus manos.
Es una suerte que Beatrice esté aquí, y mejor aún: que Madison haya cancelado su aparición está noche.







