Norita parpadeó y liberó un suspiro.
—Está bien, pero seguro vas a venir a vernos, y me avisaras si ya puedo estar con mi mamá —cuestionó.
—Mañana estaré aquí, ¿confías en mí? —cuestionó—, te voy a anotar mi número, me podrás llamar a la hora que quieras y las veces que desees. —Tomó un bolígrafo y lo apuntó—, nos tenemos que ir —expresó—, obedece a tus abuelas —solicitó y besó su frente—. Voy a darle un beso a tu hermano —mencionó.
Norita asintió con la cabeza.
—Dile a mi mamá que la quiero mucho, y que se acuerde que me prometió, que jamás nos iba a dejar —expresó observando a su padre a los ojos, colocó sus manitas en las mejillas de él—, dale muchos besos, con eso se pone feliz —solicitó parpadeando, y besó a su papá con cariño—. Te quiero bastante.
Óscar abrazó con fuerza a su pequeña.
—Estoy seguro que pronto tú misma se los darás —expresó y se encaminó a ver a su pequeño para volver al hospital.
En ese instante Angélica apareció con el niño en brazos, acababa de despertar y