Valeria lo perdió todo en un trágico accidente que le arrebató a sus padres y la condenó a vivir bajo la cruel tutela de su tía, convertida en una simple sirvienta. Ahora, debe casarse con Alejandro, el hombre que cree responsable de su sufrimiento y de la muerte de sus padres. Alejandro, paralizado en el mismo accidente, ha pasado cinco años planeando su venganza contra Valeria Monroe, decidido a hacerla pagar por los crímenes de sus padres de la forma más despiadada posible: haciéndola su esposa. Unidos por un matrimonio forzado y atrapados en una red de engaños y secretos, ambos descubrirán que sus enemigos son más cercanos de lo que imaginan. ¿Podrán superar el odio y el rencor que los une para enfrentar juntos las sombras del pasado?
Leer másRosi se encontraba en medio de una acalorada discusión con su esposo, Antonio. Este último luchaba desesperadamente para evitar que lo abandonara junto a su pequeña hija, Alicia.
—Suéltame, me lastimas. No puedes seguir presionándome para que permanezca a tu lado. Ya no siento amor por ti, y siendo sincera, lo único que deseo es el divorcio. No puedo soportar vivir bajo el mismo techo contigo un día más. ¡Entiéndelo de una vez por todas! Antonio, aferrado a su papel de padre, respondió con vehemencia: — Rosi, no puedes dejarme. Soy el padre de nuestra hija. No permitiré que Alicia crezca sin la presencia de un padre. Si es necesario, te retendré por la fuerza. Sin mí, tú no eres nada. Recuérdalo. La tensión entre ambos escalaba mientras Rosi forcejeaba para liberarse. Antonio, obsesionado y decidido a no ceder, la sujetaba con firmeza. La pequeña Alicia, aterrada y sin comprender del todo la situación, observaba la escalofriante escena. Amaba a sus padres, pero temía que su unión continuara causándoles daño. Desesperada, Rosi se dio cuenta de que Antonio no la dejaría ir. En un acto impulsivo, forcejeó con él, provocando que cayera por las enormes escaleras de la casa. Antonio quedó gravemente herido e inconsciente tras el impacto en la cabeza. Desde el piso de arriba, Rosi contemplaba la escena con horror, mientras Alicia observaba a su padre ensangrentado. Inmediatamente bajó a donde se encontraba Antonio, y cuando lo observó con atención, se dio cuenta de que efectivamente aún respiraba. Llamó enseguida una ambulancia y esperó a que lo llevaran al hospital más cercano. (…) Años después… — Galeano no debemos continuar con esta relación, tú eres mi alumno y además tienes casi la edad de mi hija. — Rosi, eres una mujer muy atractiva, además no aparentas la edad que tienes, y me gustas demasiado. — Cuando nos conocimos en ese bar, en donde después tuvimos una noche apasionada producto de los tragos que bebimos sin medida, jamás me imaginé que después serías uno de mis alumnos. — Pero debo confesarte que yo sí sabía quien eras tú, desde hace mucho tiempo había querido tomar clases de inglés para poder estar cerca de ti. ¡Me enamoré de ti a primera vista! — No me hables tan cerca, mira que pueden vernos, recuerda que aun estamos en la universidad. Además, tengo entendido según comentarios que he escuchado por ahí de alguno de tus compañeros, que estás saliendo desde hace algunos meses con una chica. Y además es de tu edad. ¿O me equivoco? — Y suponiendo que eso fuera verdad, ¿Te molestaría? — Bueno… la verdad es que no te voy a decir que me sentiría cómoda, pero estoy muy clara en nuestra diferencia de edad, soy tu profesora de inglés, y recuerda que yo podría ser tu madre. — Sí, lo sé, no tienes qué recordármelo. —dijo con decepción. — No te molestes, debemos ser realistas, además no me has dicho si los comentarios sobre tu supuesta novia son verdad. — Bueno… sí, es una chica que conocí hace un par de meses, y nos hemos visto una que otra vez, pero mis padres quieren que me case con ella, están ansiosos porque les de un nieto. Es que soy el único hijo y mi padre quiere dejarme en herencia todos sus bienes, pero antes de hacerlo quiere que me case con una buena chica, o de lo contrario piensa sacarme de su herencia. — ¿Y no pensabas decírmelo? — dijo Rosi alterada. — Es que.. Yo.. La verdad es que yo no estoy seguro de ese compromiso, pero entiendo que hay muchas cosas que me separan de ti. Por un lado ella es una chica con la que puedo tener un hogar, hijos y todo eso que quieren mis padres. Pero yo te amo es a ti y estoy consiente de que estás casada, a pesar de que tu marido es un hombre invalido. — Entiende Galeano, la hemos pasado riquísimo, tú me has hecho volar, pero debemos entender que la realidad es diferente a eso que deseamos. Y lo que no debió pasar de una noche, ya ha llegado a seis meses, de los cuales tienes dos saliendo con esa chica, y he sido la última en enterarme. — Rosi, por favor, entiéndeme, es que yo no quería perder lo que tenemos, yo estoy enamorado de ti y tenía miedo de decírtelo. — Mira, mejor dejemos esta conversación hasta aquí, creo que lo mejor será no vernos más, además no es justo para esa chica que la engañes con una mujer que puede ser tu madre, cuando ella puede darte lo que yo jamás podré. Rosi se puso un poco incómoda, ella le duplicaba la edad a pesar de verse aun muy atractiva. Pero sabía que no podía tapar el sol con un dedo, con el tiempo tarde o temprano esa diferencia de edad iba a notarse más y la que terminaría sufriendo iba a ser ella. Rosi se encontraba en una encrucijada emocional. A pesar de haber establecido desde el principio que su relación con Galeano no implicaba compromisos, la aparición de esa chica desconocida le hizo cuestionarse sus sentimientos. ¿Era solo el buen sexo lo que la unía a Galeano o había algo más profundo? Rosi era una mujer madura atrapada en un matrimonio con un hombre que siempre la había maltratado. La caída que sufrió años atrás durante una acalorada discusión con él, lo había dejado postrado en una silla de ruedas. La vida de Rosi estaba llena de complejidades y secretos. Al llegar a casa, Rosi se encontró con su hija, Alicia, la cual estaba esperando con ansias sus llegada. —Por fin llegas mamá, no he podido salir de casa porque la enfermera que cuida a papá, salió por sus medicinas. —¿Y a dónde vas con tanto afán? —Tengo una cita y ya se me ha hecho bastante tarde. —¿Una cita? ¿Pero con quién? No me habías dicho que estás saliendo con alguien. —No tengo porque decirte todo lo que hago mamá, soy una mujer mayor de edad, parece que a veces lo olvidas. Bueno, me marcho, hablamos después. —¡Alicia! Espera, no me dejes con la palabra en la boca. ¡Alicia te estoy hablando! — solo se escuchó el fuerte portazo. Alicia, harta de la sobreprotección materna, salió enfadada, dejando a Rosi llena de preguntas . Finalmente, Rosi se dirigió a la habitación de Antonio, su esposo parapléjico. La mirada de odio que él le lanzó evidenciaba el dolor y la frustración que ambos compartían. Antonio, incapaz de hablar, solo emitía sonidos ininteligibles. La silla de ruedas y la falta de palabras los mantenían atrapados en un silencio incómodo, recordándoles la tragedia que había marcado sus vidas. Para Rosi había sido una especie de castigo el tener que lidiar con su enfermedad durante casi diez años. No quiso internarlo en ninguna clínica ya que se sentía culpable de que estuviera en ese estado tan deplorable, además vivía con el dolor de saber que su hija había presenciado aquel horrible accidente que ella lamentablemente en medio de su desesperación terminó provocando, y su hija Alicia siempre recordaba aquella escena donde prácticamente vio a su madre empujar desde el segundo piso a su papá. Y en el fondo tenía mucho resentimiento hacia su madre ya que la creía culpable de la desgracia de su padre. Era esa la razón que la hacía estar siempre a la defensiva y a pesar de estar viviendo bajo el mismo techo, Alicia estaba muy alejada de Rosi. En el fondo creía que aquel accidente de su padre no había sido accidental, si no más bien fue la oportunidad que encontró su madre para ponerle fin a la vida de su padre y así no continuar sufriendo con sus maltratos.Es un domingo como cualquier otro. Estoy con Valeria en el patio trasero de la casa, ella está leyendo uno de esos libros sobre bebeés que la tiene obsesionada y yo estoy adelantando algo de trabajo. Esta ha sido nuestra dinamica en los pultimos 2 meses desde que su barriga se puso demasiado grande, me he venido a trabajar desde acá, porque no quiero perderme cuándo esté por dar a luz. Veo a mi lado como Valeria lentamente se pone de pie y un pequeño jadeo sale de ella y yo de inmediato la miro. Está parada frente a mí , mirándome con los ojos bien abiertos y con una expresión que mezcla miedo y emoción. —¿Qué ocurre, mocosa? Ella tragando en seco me dice:—Alessandro no vayas a alarmarte... pero creo que acabo de romper fuente.Mis ojos bajan lentamente a sus piernas y veo el liquido saliendo de su vestido.Un instante. Me toma un instante entender lo que acaba de decir. La miro, parpadeo y… el pánico se apodera de mí.—¿Qué?
Hoy la casa está llena de movimiento y risas, un bullicio alegre que reverbera en las paredes. Camino por la sala, dando instrucciones mientras revisa cada detalle. Los globos están en su lugar, la decoración luce perfecta y las flores frescas llenan el aire con un aroma suave y dulce. Rosa, nuestra querida ama de llaves, me ayuda a poner todo en orden, asegurándose de que cada rincón esté impecable y que los arreglos en las mesas luzcan preciosos.— ¿Dónde está el pastel? —pregunto, recorriendo el lugar con la mirada, aún preocupada de que falte algo.—Ya está en la cocina, niña Valeria —responde Rosa con una sonrisa tranquilizadora—. De verdad, todo está perfecto.Sonrío, aunque mi corazón late rápido con una mezcla de nervios y emoción. Este día es especial, más de lo que las palabras pueden expresar. Todo tiene que salir bien, perfecto, porque hoy celebramos un año de vida de alguien que significa el mundo para mí. Respiro hondo, sintiendo la calidez de ese pensamiento, y mi man
AlessandroHan pasado unos días desde que rescaté a Valeria. Desde que la tengo de vuelta, mi vida parece haber retomado su sentido, y el hecho de que todo finalmente esté cayendo sobre su peso es un alivio.Emilia y Ramón fueron juzgados y condenados. Ramón 25 años de carcel por asesinato y desfalco y Emilia a 35, pues se le suma el maltrato y el secuestro.Por otro lado Lucas ha empezado un tratamiento para su problema de bebida y si consigue mantenerse, entonces cumpliré la voluntad de mi padre y lo llevaré conmigo a la empresa.Sin embargo, hay algo que me tiene totalmente avergonzado y es la culpa que siento por no haber ido a ver al abuelo al hospital, él ingresó justo cuándo pasó lo de Valeria y yo no pude soportar la idea de enfrentarme a él y decirle que no sabía dónde estaba la mocosa o si la encontraría, si ella y nuestro hijo estaban a salvo. Hoy, finalmente, tomo la decisión de visitarlo. De algún modo, sé que el viejo entenderá.Al llegar a la habitación del hospital, r
ValeriaDespierto con un sobresalto, mi mente desorientada y mi cuerpo dolorido. Parpadeo, intentando enfocar, y lo primero que noto es la luz tenue de una lámpara que ilumina las paredes de un cuarto extraño. La cama en la que estoy es suave, casi reconfortante, pero al moverme, un dolor agudo recorre mi cabeza, y de inmediato siento que algo anda mal.Por un segundo, un escalofrío me recorre de pies a cabeza, y mi mente me lleva de vuelta a ese sótano oscuro, a los ojos llenos de odio de Emilia y al terror por mi bebé. Mi bebéUn estremecimiento me recorre y mis manos van a mi vientre, temerosa, y la pregunta me sale como un susurro tembloroso:—¿Mi bebé…? —misurra mi voz, quebrada por la ansiedad.Antes de que el pánico se apodere de mí, una mano cálida cubre la mía, antes de que esa voz profunda, cargada de preocupación, me atriga como un imán hacia él. Giro lentamente y ahí está Alessandro, sentado junto a mí, con una expresión de puro alivio y el rostro visiblemente agotado. S
Alessandro Vamos por Valeria. Finalmente voy a traerla de vuelta.El auto avanza rápido por el camino que lleva a la cabaña, sin sirenas, en completo silencio. El detective va delante, y mi auto, con Matteo y dos patrullas más, le sigue. Aunque trato de contenerme, no puedo evitar que mis piernas se tiemblen de impaciencia. Valeria está allí, en algún lugar dentro de esa cabaña m*****a, y la ansiedad me consume.Matteo me observa de reojo, con una preocupación evidente.—Tranquilo, Alessandro —me dice en voz baja—. Emilia no es estúpida, no va a hacerle daño hasta asegurarse de tener el dinero. Todo esto para ella es un juego.Asiento apenas, pero sus palabras no me sirven de nada. Emilia es un monstruo, y Valeria... No puedo evitar imaginarla herida, sufriendo, aterrada. Solo pienso en lo que podría estarle haciendo mientras nosotros nos acercamos, pero no lo suficientemente rápido.Llegamos finalmente a una zona despejada desde donde se ve la cabaña, y, apenas el auto se detiene,
ValeriaEl segundo día de esta pesadilla empieza con un dolor agudo en mi vientre. Temo que todo pueda terminar antes de que alguien me rescate. Las paredes del sótano parecen cerrarse sobre mí, cada vez más estrechas. La humedad y el frío son abrumadores, y siento que apenas puedo respirar.Mi mano se desliza instintivamente hacia mi abdomen, donde yace la esperanza que me mantiene luchando. Mi bebé. Debe estar bien. Debemos salir de aquí, los dos. Cierro los ojos y trato de no pensar en lo peor, trato de no dejarme llevar por el pánico que amenaza con ahogarme. Por favor, Alessandro, llega pronto.Un ruido en las escaleras me saca de mis pensamientos. Me siento y miro hacia la puerta, esperando ver a Emilia con su sonrisa cruel, pero no es ella. Es Clara, y se la ve diferente hoy. Está nervioso, sus ojos no son los mismos de los primeros días. Hay algo en ellos... ¿Duda? ¿Arrepentimiento?— ¿Qué haces aquí? —le pregunto, con la voz apenas un susurro. Mi garganta está seca, y me esf
Último capítulo