Es un domingo como cualquier otro. Estoy con Valeria en el patio trasero de la casa, ella está leyendo uno de esos libros sobre bebeés que la tiene obsesionada y yo estoy adelantando algo de trabajo.
Esta ha sido nuestra dinamica en los pultimos 2 meses desde que su barriga se puso demasiado grande, me he venido a trabajar desde acá, porque no quiero perderme cuándo esté por dar a luz.
Veo a mi lado como Valeria lentamente se pone de pie y un pequeño jadeo sale de ella y yo de inmediato la miro.
Está parada frente a mí , mirándome con los ojos bien abiertos y con una expresión que mezcla miedo y emoción.
—¿Qué ocurre, mocosa?
Ella tragando en seco me dice:
—Alessandro no vayas a alarmarte... pero creo que acabo de romper fuente.
Mis ojos bajan lentamente a sus piernas y veo el liquido saliendo de su vestido.
Un instante. Me toma un instante entender lo que acaba de decir. La miro, parpadeo y… el pánico se apodera de mí.
—¿Qué?