Punto de Vista Madison

Cuando estaba esperando a Maximiliano, solamente quería asaltarlo con un montón de preguntas, para mí, era necesario saber en realidad con quien me estaba metiendo, pero al ver su preciosidad cruzar el umbral de la puerta, hizo que perdiera todos mis estribos. Y solamente quise asaltarlo a besos.

Y ahí estaba yo, debajo de él, consumida por los más carnales deseos, suplicando porque por fin me hiciera suya, mientras que sus dedos se ahondaban dentro de mí, provocándome la más grande fascinación de placer.

¡Oh, ya quería derramarme sobre él! Pero quería probar eso que tanta locura estaba causando en mí.

—Te deseo Maximiliano

—Y yo a ti, te haré mi mujer, porque eso eres ¡Mi mujer!

Escuchar esas palabras aumentaron mi excitación en un mil por ciento, mi vulva comenzó a dilatarse por sí sola. Maximiliano se desnudó por completo, su miembro estaba tan erecto, tan grande y delicioso, que abrí mis piernas para que se encajara dentro de mí.

Se subió de nuevo sobre mí