Punto de vista Maximiliano
Sullivan ya me estaba esperando a las afueras de la mansión, pero esta vez, en uno de mis autos convertibles, abrí la puerta del copiloto y me senté con la mirada fija al frente.
—¡Arranca! —Ordené, mientras íbamos de camino, el pecho se me inflo producto de la ira, los deseos inmensos de acabar con Samantha se estaban convirtiendo en una obsesión, pero una muy oscura, en donde traspasaba cualquier principio de humanidad, y eso me daba miedo, sentía pavor de mí mismo.
Las manos de Sullivan temblaban sobre el volante, mi bodega estaba ubicada a las afueras de Rockefeller, un sitio bastante retirado de mi mansión, así que la hora de camino para llegar hasta allí, se convirtió en un verdadero infierno. Mis pensamientos divagaban en la forma más cruel de matar con mis propias manos a Samantha Hopkins, la maldita perra despiadada que creía tener el control de todo, y yo por andar de enamorado, se lo estaba cediendo.
Llegamos a mi bodega, lo único que la rodea