Narrador
Philipe salió de la oficina de Maximiliano desesperado, no solamente llevaba dos noches sin dormir, sino que también, una llamada lo dejo más nervioso de lo esperado, aunque llevaba muy poco tiempo de relación con Susan, entre los había crecido un fuerte amor, que ninguno de los dos experimentó antes, pero pasó algo con lo que él no contaba, y que con ella debían resolverlo.
Sus manos le temblaban mientras llegaba a la casa de Susan, ni siquiera podía conducir bien su auto, pues todo dentro de su estómago se revolvía. Al llegar, golpeó en su puerta y ella le abrió, estaba pálida, confundida. Lo primero que hizo él, fue lanzarse a sus brazos.
—Gracias por venir —Meganlo hizo seguir
—¿Cómo está tu padre?
—Se fue a pasar unos días en donde un hermano, mi papá piensa que en poco va a morir, y quiere compartir tiempo con ellos, ya sabes, son todos muy ancianos.
Meganestaba tan nerviosa, que trataba de dilatar el tema del cual debía hablar con Philipe.
—Bueno, estamos solos ahora,