Punto de Vista Maximiliano
Las palabras de Mía trillaban en mi cabeza, su inocencia era mucho más grande que la maldad que podía emerger de mi corazón y del corazón de su propia madre, aunque era obvio que a Samantha , eso no le importaba, la muy maldita no se había vuelto a comunicar para preguntar por su hija, ni siquiera a negociar por su propia madre.
—Señor ¿Y entonces? ¿Qué vamos a hacer? —Sullivan me increpó al salir del cuarto de Mía.
—Hagan lo que tienen que hacer, en dos días quiero a mi padre de vuelta.
—¿Y qué vamos a hacer con Mía y la abuela? —Sullivan se cruzó de brazos.
—Cuando me confirmen que Samantha esté muerta, enviamos a su madre de regreso a su país o a donde se le dé la gana irse, y Mía, se queda conmigo.
—Entendido señor. ¿Usted ira a la misión?
Miré a Sullivan y negué con la cabeza.
—Claro que no, debo empezar a poner las cosas en su lugar.
Aunque vagamente le había prometido a Mía que no le haría nada a su madre, eso no sería posible, Samantha era el pro