Abigail Moreno, hija de una adinerada familia, debe contraer matrimonio con el frío y maléfico Lucca Chiaraviglio, para así salvar a su familia de la ruina. Sin embargo, las cosas con Lucca empiezan muy mal, a pesar de enamorarse a primera vista, a segunda vista se odian, haciendo de ese matrimonio un infierno para ambos. El contrato matrimonial vencerá al cumplirse un año y después cada uno podrá volver a su vida normal, solicitando el divorcio. ¿Podra Abigail, abandonar a Lucca una vez cumplido dicho contrato? ¿Lucca la dejará ir, a pesar de un matrimonio por conveniencia?
Leer másAbi era la joven más encantadora que se podía encontrar, dueña de una belleza deslumbrante y de unos ojos verdes que hechizaban a quienes los miraban.
Con una figura envidiable y una personalidad alegre y vivaz, lograba que todos desearan su compañía. Positiva y aventurera, amaba la naturaleza y los deportes extremos. Era hija del prestigioso Pedro Moreno, CEO de Moreno Automotores, una empresa dedicada a la venta y fabricación de autos, donde Abi se desempeñaba como la publicista principal. Durante años, su padre la había preparado para sucederlo al frente de la empresa, pero ella no deseaba tomar su lugar. Su pasión era la publicidad, los viajes, los deportes, y no cambiaría su libertad por la pesada carga de dirigir la empresa. Lo que Abi desconocía era que Moreno Automotores estaba al borde de la quiebra y que un poderoso magnate multimillonario planeaba tomar el control. Era un día más en la vida de Abi. Como todas las mañanas, se levantó y tomó el desayuno preparado por María, una de las empleadas principales de la casa. Luego, se dirigió a la piscina para nadar, encontrándose con su madre, Analia, una mujer aún joven y de una belleza impresionante. Sin embargo, esta vez, los ojos verdes de ella estaban empañados de lágrimas. -Buenos días, mamá. ¿Por qué lloras? -preguntó Abi, visiblemente preocupada. -Hola, mi amor. No es nada, no te preocupes -respondió su madre, intentando ocultar su tristeza. -No puedes decir que no es nada. Eres siempre tan alegre, nunca te he visto llorar. ¿Qué sucede? -Abi, tan parecida a su madre en lo físico y en la personalidad, no podía dejar de preocuparse. -Abi querida, solo tuve una discusión con tu padre. No debes preocuparte. -¿Tú peleaste con papá? No lo puedo creer -ella siempre había soñado con un matrimonio como el de sus padres. Se amaban intensamente y, en sus 25 años de vida, jamás los había visto pelearse. Si lo hacían, lo mantenían lejos de su vista, y raramente había visto a su madre llorar. -Son problemas con la empresa, hija, nada más. Pero no te preocupes. Cuéntame sobre tu viaje a Italia. ¿Cuándo te vas? -Abi había planeado tomarse unos días para visitar Italia, su lugar favorito en el mundo. Sin embargo, no iba a irse sin conocer la naturaleza de los problemas que afectaban a la empresa, especialmente cuando su madre estaba tan afectada. -Esta noche, mamá, pero no puedo irme así, viéndote llorar y sabiendo que hay problemas en la empresa. -Hija, son problemas que se pueden solucionar. Sabes que tu padre vive para la empresa; encontrará la manera. Tú vete y disfruta, hace meses que trabajas sin tomarte un respiro. Aún eres joven. -Iré a hablar con él, mamá, pero por favor, deja de llorar. No puedo verte así -dijo Abi, acercándose a su madre y dándole un beso en la mejilla. -Eres lo que más amo en esta vida, hija. Pase lo que pase, nunca lo olvides. -¿Por qué dices eso? -preguntó Abi, sorprendida por la extraña actitud de su madre. -Olvídalo, hija. No me prestes atención. Debo ir a ver a las mujeres de la iglesia. Estaré bien, no te preocupes por mí -su madre se apresuró a salir, dejándola con la palabra en la boca. Más que nunca, Abi sentía la necesidad de hablar con su padre antes de irse a Italia. No podía dejar las cosas así; no iba a permitir que él hiciera sufrir a su madre. "¿Acaso su padre tendría un amante y Analia acababa de enterarse?", pensó Abi. Después de una ducha y de ponerse un vestido azul Francia para combatir el calor, se subió a su auto deportivo y se dirigió a la empresa. Moreno Automotores ocupaba un imponente edificio de varios pisos, una empresa con historia que había comenzado cuando su bisabuelo se inició como vendedor de autos y luego se especializó en la fabricación, convirtiéndola en una de las más importantes y prósperas de España. Abi bajó del auto y se adentró en el edificio, saludando a los guardias de seguridad, y subió al elevador más cercano, ya que su padre se encontraba en el tercer piso. Al llegar, se sorprendió al ver a las secretarias inquietas y no dudó en preguntarles. Normalmente muy responsables, ahora estaban murmurando, algo inusual en ellas. -Hola, Lucía. ¿Cómo estás? ¿Sucede algo? -preguntó Abi. A pesar de ser la hija del dueño, trataba a todos con igualdad, y las secretarias le correspondían con la misma familiaridad. -Hola, Abi. No vas a creer quién acaba de irse. -¿Quién? -preguntó, perpleja. -El guapísimo Lucca Chiaraviglio, dueño de las concesionarias italianas Chiaraviglio - sabía quién era. El empresario más adinerado de Italia, conocido por su despiadada personalidad y falta de compasión por las pequeñas empresas. A pesar de que nunca lo había visto en persona ni en fotos, le resultaba sorprendente que estuviera en Moreno Automotores. "¿Acaso estaría haciendo negocios con mi padre?", se preguntó Abi. Algo extraño ocurría, y estaba a punto de descubrirlo. -Lucía, ¿está mi padre en su oficina? -La joven era secretaria de Pedro Moreno desde hacía años, siempre era de confianza. -Sí, Abi. ¿Quieres que te anuncie? -preguntó, notando su preocupación. -No te preocupes, Lucía. Entraré y lo sorprenderé. Abi entró en la oficina de su padre, un espacio armonioso lleno de plantas, con un inmenso sofá negro traído de Estados Unidos, un escritorio de algarrobo perfectamente ordenado, y un ventanal que ofrecía una vista magnífica de la calle. Allí estaba su padre, observando pensativo, sin percatarse de su presencia. -Hola, papá -saludó, algo desconcertada. -Abi, mi amor, no te escuché entrar -sus padres siempre habían sido muy cariñosos con ella. No podía haber tenido mejores. Sin embargo, notaba que los ojos de Pedro estaban desorbitados, cansados y llenos de angustia, casi al borde de las lágrimas. -Papá, tienes que explicarme qué pasa. Hoy mamá estaba llorando, ahora tú. Lucca Chiaraviglio acaba de salir de tu oficina. Dime, ¿qué está pasando? -preguntó, profundamente preocupada al ver la angustia en los ojos de su padre, que no podía ocultar. -Eres tan perceptiva, hija. No quería decírtelo, pero no me dejas otra opción. -¿Qué sucede, papá? Confía en mí. -Abi, Moreno Automotores está en la ruina.Finalmente, la paz había llegado para quedarse en la familia Moreno y Chiaraviglio. Tras la muerte de Juliet y su pareja, podían relajarse y disfrutar de la organización de la boda. Abi aún no podía creer que iba a casarse de nuevo con Lucca. Recordaba vívidamente el primer encuentro durante su viaje a Italia; en ese momento, él se presentó como Francesco y lo amó con toda su alma. La separación posterior fue dolorosa, y al descubrir que Lucca Chiaraviglio había estado haciéndose pasar por su abuelo, lo odiaba con la misma intensidad con la que lo había amado. Ese desprecio persistió durante mucho tiempo, hasta que Abi comprendió que, a pesar de la mentira y el contrato que los unía, se había enamorado de él y deseaba que su matrimonio funcionara. Sin embargo, Juliet apareció y lo arruinó todo. Los años separados y el nacimiento de sus hijas solo intensificaron su amor, incluso mientras estaba con John y sabía que Lucca estaba casado con Juliet. Pero cuando Lucca sufrió el ataque
Abi, sin el consentimiento de los demás, toma el dinero, sube a su auto y se dirige a la dirección que le envio Juliet, esta aterrada, tiene mucho miedo, no sabe a que se enfrentará, pero salvara a su hija de las garras de esa mujer, aunque le cueste la vida. Lucca y Phillip la siguen detrás, sin que ella sepa, junto con la policía, esperando que todo salga bien, puedan recuperar a su hija y nadie salga herido. Abi llega al lugar y allí se encuentra con Juliet, quien la estaba esperando con Beca amarrada al lado de ella, sin posibilidades de correr hacia su madre. -Con que por fin nos encontramos querida Abi, tanto tiempo sin vernos-Exclama Juliet burlándose de ella. -Aquí traje el dinero, solo te pido que dejes en paz a mi familia. -¿Tu familia? jajajaja-se ríe cinicamente - no puedo creer que seas tan descarada, tu arruinaste mi familia con Lucca, es lo menos que puedo hacer por ti. -¿Que yo arruine tu familia? Lucca y yo estuvimos separados por cinco años, ninguno supo de la
Abi no podía creer lo que estaba sucediendo; sentía que su vida se desmoronaba y no sabía qué hacer. Reunir el dinero para el rescate sería fácil, pero encontrar a las niñas resultaba complicado. Lo único que importaba eran las niñas, especialmente Bella, que padecía de asma y cuyos ataques se agravaban bajo estrés. Llamó a John para informarle de la situación. Sin dudarlo, él tomó un vuelo directo a Italia; necesitaba estar con ellos cuanto antes. Mientras tanto, Juliet mantenía a las niñas encerradas en una habitación oscura, tristes y llorando sin cesar. —¿Cuándo dejarán de llorar, hijas del demonio? Son igual de molestas que su padre... —exclamó, furiosa. —Déjanos ir y dejaremos de llorar —se armó de valor Beca. —No se irán hasta que tenga el dinero en mis manos. Y la verdad es que sus padres se están tardando demasiado —respondió Juliet, encolerizada—. Así que les conviene guardar silencio. —Mi hermana Bella está enferma. Ha tenido varios ataques de asma en estas horas. Nece
Días después, Lucca y Abi seguían profundamente preocupados por la liberación de Juliet y su novio. Aunque no habían dado señales, sabían que vendrían en busca de dinero para escapar del país. Los niños estaban bajo la protección de un grupo de guardaespaldas, y Abi se encargaba de llevarlos a la escuela, asegurándose de que solo ella pudiera retirarlos. A pesar de la seguridad, su inquietud persistía, aunque intentaban no transmitir sus temores a los chicos. Lucca se encontraba cada día mejor; sus movimientos y su habla habían mejorado notablemente. Ahora podía asistir a la empresa a diario, donde estaba inmerso en los preparativos para una nueva convención de autos, con el apoyo de Abi y la empresa Moreno, que pronto se fusionarían para crear una de las principales firmas del sector automovilístico. Con la colaboración de Amy desde Estados Unidos, gestionaba las empresas virtualmente, coordinando los detalles de la convención con las concesionarias Chiaraviglio. Como cada mañana,
Los días pasaban y, finalmente, Lucca estaba mejorando y listo para regresar a la empresa. Aunque estaba contento de volver, sentía que su interés ya no era el mismo que antes; ahora deseaba pasar tiempo con su familia y nada más. Beca y Bella no habían dicho nada desde que se enteraron de que él era su padre. Preferían mantener la relación como tío hasta que estuvieran listas para aceptarlo. No es que no lo quisieran; simplemente amaban más a John. Abi estaba organizando todos los preparativos para el casamiento. Por primera vez en su vida, se casaría verdaderamente por deseo propio y amaba a Lucca con toda su alma. Durante el desayuno, Abi decidió contarles a los niños sobre la propuesta de matrimonio y el viaje que harían juntos a las montañas para celebrar una pequeña fiesta familiar. —Bella, Beca, Marco, queremos decirles que pronto nos vamos a casar —anunció Abi con una sonrisa radiante. —Nos alegra mucho, mamá —dijo Bella. —Nos gusta verte feliz, mami —añadió Beca. —Estoy
—Es increíble, Lucca, todo esto es maravilloso —exclamó ella, asombrada. —Mereces esto y mucho más, mi querida Abi —respondió Lucca con ternura. —Escucha esa música —dijo ella, cerrando los ojos para disfrutar de la melodía— es tan romántica. —Y hay... mucho más, Abi —añadió Lucca, con un brillo en los ojos. —Lucas, te amo tanto. ¿Te lo dije? —preguntó ella, emocionada. Lucca se conmovió hasta las lágrimas. Todo lo que había vivido en los últimos meses había sacado a la superficie su sensibilidad. —Te amo... mucho, Abi. Por eso... tengo una sorpresa... para ti. —¿Una sorpresa para mí? —preguntó ella, sorprendida. No podía creer que la hubiera traído a este lugar de ensueño. —Sí, mi querida Abi —dijo Lucca mientras se levantaba de la silla y se arrodillaba a sus pies, sosteniendo un elegante estuche— quiero... que te cases... conmigo de nuevo, Abigail Moreno. Quiero... que vuelvas a ser una... Chiaraviglio. Lucca estaba tan emocionado que las lágrimas fluían sin detenerse. Abi se
Último capítulo