Marina está en la mesa de la cocina, distraída con sus pensamientos, cuando oye pasos acercándose. Levanta la mirada y ve a Sávio entrando en la habitación. Él parece diferente. Aunque la misma sonrisa amistosa de siempre está presente, hay algo en su semblante que lo hace más maduro y serio que la última vez que lo vio.
— Hola, Mari —dice él, con la voz más profunda y firme, mientras sus ojos la observan con una mezcla de curiosidad y aprensión.
— ¿Sávio? Qué sorpresa —responde ella, sin entender el motivo de su visita tan repentina. Una parte de ella se siente nerviosa, pero, al mismo tiempo, reconfortada al verlo.
— Tu padre me dijo que habías llegado, y no resistí. Necesitaba verte —confiesa, con una mirada que transmite más de lo que sus palabras revelan.
Daniela, que observa a ambos conversando, sonríe al ver al muchacho allí. Sabe cuánto le gusta Sávio a su hija y espera que Marina finalmente le dé una oportunidad. Con él cerca, se sentiría más tranquila, especialmente después