En su oficina, mientras espera la llegada de su cliente, Víctor analiza los detalles del caso que tomó y una leve sonrisa de satisfacción aparece en sus labios. Se da cuenta de que será más fácil de lo que había imaginado al principio. Las fallas en la posición de la otra parte eran evidentes, y las estrategias necesarias para ganar estaban claras en su mente.
Reclinándose en la silla, entrelaza los dedos detrás de la cabeza y se masajea las sienes por un instante, permitiéndose un momento de alivio. El día prometía ser productivo, y la confianza renovada lo hacía sentirse en control. Aun así, sabía que el éxito exigiría atención a los detalles y una ejecución impecable, como siempre.
Con una última mirada a los documentos sobre la mesa, ajusta la postura, listo para atender al cliente y presentar las soluciones que harían de ese caso otro logro en su carrera.
Su mirada recae sobre el reloj en la esquina del escritorio, notando que ya casi es hora de que llegue Otávio Mendes, CEO de A