—Perfecto, Valeria —dijo Alejandro, su voz un susurro en el caos de la sesión—. Estás haciendo un trabajo increíble. Ahora, quiero que te acerques un poco más a la cámara, con una mirada más intensa. Deja que tus ojos cuenten la historia de la campaña.
Valeria, sintiendo la intensidad de las palabras de Alejandro, se acercó a la cámara con una mirada que combinaba confianza y misterio. Su postura, su expresión, todo reflejaba la esencia de la campaña que Alejandro había imaginado. La cámara capturó cada detalle con una claridad sublime, mientras el equipo de estilistas y asistentes observaba en silencio.
Beatriz, desde un rincón del estudio, observaba la escena con una mezcla de fascinación y sorpresa. La habilidad de Alejandro para dirigir la sesión y la capacidad de Valeria para adaptarse a sus indicaciones la impresionaban profundamente. Sin embargo, una sensación de familiaridad persistía en la mente de Beatriz, como si hubiera visto a Alejandro en algún lugar antes.
Mientras tant