Padre e hijo salieron de la casa de Ricardo Bonilla y ahora van en el auto charlando de manera cómoda. Gabriel, después de la discusión con Deyanira en la oficina, decidió ir a visitar a su padre y a la vez disculparse porque piensa no presentarse en la fiesta de cumpleaños que él ha organizado.
Los dos hombres viajaban en la parte de atrás y mientras que el conductor del auto de don Manuel, el viejo Zack, conducía en silencio.
—Yo quería que me hubieras acompañado a la reunión en compañía de alguna chica — dijo el viejo con terquedad —. Todos preguntan por ti.
Gabriel solo ladeó la cabeza para mirar por la ventana. Recordaba que en esas fiestas siempre iba acompañado de su adorada esposa, Ana. Ella, con su belleza y su carismática personalidad, era la alegría de la reunión. Y ahora, al asistir a una fiesta, solo la recordaba su dolorosa ausencia.
El viejo respiró profundo.
—Puedes quedar un paso hacia la felicidad y tratar de olvidar lo que ha pasado y empezar de nuevo— dijo el viejo