La bella mansión quedó sumida en un extraño y abrumador silencio después de la partida del hombre que la gobernaba. Un silencio amenazador que se rompió por la risita perversa de la joven rubia que aún se mantiene en la puerta viendo como el auto de su esposo se pierde por la avenida llena de árboles que domina la entrada a la mansión familiar de los Cooper Brown.
—No me demoraré en estar a tu lado— murmuró con una sonrisa que vislumbra la belleza de la mujer— ¡así que espérame pronto!
Ana, después de cerrar la puerta corrió rápidamente a su habitación y sin perder tiempo alguno comenzó a meter ropa en una maleta pequeña.
—Esto será suficiente— dijo al ver lo poco que ha empacado— luego me compro ropa allá. Solo me queda un problema que debo solucionar.
Ella sabe muy bien que su avanzado estado de embarazo no le permitirá subir a un avión comercial, pero está dispuesta a mentir y a llevar a acuesta las consecuencias de sus negligentes acciones.
En sus manos tiene un fajo de billetes con lo que piensa sobornar, comprar o lo que sea para alcanzar su objetivo.
—No me importa lo que diga la gente. No me importa nada, yo solamente quiero estar al lado de mi Gabriel. Siempre voy a estar a su lado — dijo la mujer de manera obsesiva. Es tanto su deseo de seguirlo que no ha medido las consecuencias de su retorcida decisión.
— Él es mi esposo y sé que más de una lambiscona le tiene el ojo puesto. Empezando por esa estúpida de Deyanira, la odio tanto por estar siempre al lado de él.
Con la rapidez que su embarazo le permitía comenzó a revisar la maleta y miró con atención las mejores prendas para lucir que empacó.
Ana y Kathy Brown eran hijas de una madre soltera la cual se había visto en dificultades para sacarlas adelante, la mujer lavaba ropa ajena y aseaba casas para sostener a las dos niñas que al nacer su padre las abandonó para casarse con una mujer de dinero dejándolas solas.
Sin embargo, el destino había golpeado fuertemente la vida de Ana cuando conoció a Gabriel Cooper. Este a primera vista se enamoró de la bella joven que luchaba por seguir adelante a pesar de sus adversidades. Él quedó impresionado tanto por su belleza como por la valentía de la mujer y se enamoró locamente de ella.
Ahora Ana, era una mujer acaudalada y muy alejada de aquella pobreza absoluta, es una gran señora que vive en una hermosa mansión puesta a su nombre y en su vientre lleva al heredero de una familia multimillonaria, sin mencionar las riquezas que el mismo Gabriel ha logrado hacer a pulso por su propio esfuerzo y al llegar el momento de que él se haga a un lado de los negocios de su padre y tomar las riendas del propio, ella desea de corazón estar a su lado en ese momento tan importante para su esposo.
—Esto no me va a impedir estar al lado de Gabriel en el momento más importante para él, lo amo y deseo estar junto a él en el momento de firmar esos acuerdos comerciales— murmuró mirándose en el espejo mirando su figura gorda y acariciando su enorme vientre— esto no me va a impedir estar a tu lado, mi amor.
Con mucha presteza se retocó su maquillaje y cambió sus vestidos y se colocó una sudadera que le quedaba bastante grande para disimular un poco su embarazo y que las personas imaginaran que ella era una mujer gorda.
Con la maleta ya lista llegó hasta la puerta cuando en ese momento sonó su teléfono y ella se sobresaltó y miró rápidamente el número y se dio cuenta que era de Gabriel la llamada sonrió con tranquilidad.
— ¿Dime?, amor — dijo la joven de manera amorosa con una sonrisa maliciosa en su rostro y en sus ojos – no me digas que ya me extrañas...
La risa de Gabriel hizo que el corazón de la joven se regocijara al oírlo reír feliz. Ella sabe que él la ama, pero no tolera tenerlo lejos y mucho menos con otra mujer a su lado. Ella odia a esa mujer porque sabe que la asistente siempre ha estado enamorada de su esposo.
—Siempre te extraño, mi amor — dijo él en un tono amoroso— llamé a tu hermana Kathy para que te acompañe estos días y así no estés tan solita. ¡Prometo volver pronto a tu lado!
La bella rubia apretó el teléfono en sus manos, al parecer Gabriel quería arruinar sus planes.