La tensión en la manada es palpable. Desde el momento en que Einar llevó a Lía a su casa, los rumores se han extendido como fuego en el bosque. Los miembros de la manada se reúnen en pequeños grupos, susurrando y especulando sobre lo que realmente sucede entre el alfa y la omega.
Einar entra al salón principal de la manada como una tormenta, su imponente figura y su aura dominante silenciando cualquier conversación. Sus ojos recorren la sala con frialdad, pero incluso él puede sentir las miradas cargadas de curiosidad y, en algunos casos, de desaprobación.
— ¿Por qué todos están tan callados? —pregunta con voz grave. Nadie se atreve a responder.
Uno de los betas, un hombre llamado Darek, da un paso adelante, intentando mostrar respeto pero con un atisbo de desafío en sus ojos.
— Alfa, algunos de nosotros nos preguntamos… —Darek duda por un momento, pero se obliga a continuar—. ¿Por qué la omega, Lía, está viviendo en tu casa?
Einar lo observa con intensidad, su mandíbula apretada. Por