Silas.
Los preparativos estaban listos y mi madre había sido enterrada de imprevisto. Le dejé varias flores amarillas en su tumba, eran de sus favoritas.
No me afectó demasiado, porque a ella la perdí el día que murió mi padre… una parte de ella murió con él, esa parte que la mantenía cuerda.
—¿Q-qué fue lo que pasó exactamente? —preguntó Silvana, venía con su pareja.
—¿No me vas a presentar a tu noviecito? Y lleva días viviendo aquí —Me crucé de brazos, divertido.
Ella me golpeó el brazo con frustración.
—No es momento de hacer bromas, Silas. Mamá está muerta —masculló.
—Trató de matar a Naomi —respondí, era la verdad—. Ella simplemente se defendió y las cosas resultaron así…
Tenía que mentir por lo menos hasta saber qué clase de poder tenía mi propio hijo. Lo bueno era que crecía rápido, así aprendería a hablar en sus primeros tres meses.
—¿Es en serio? —Frunció el ceño.
—¿Tu madre odiaba a Naomi? —inquirió su acompañante, confundido.
—Es una larga historia —le contestó e