Naomi.
—¡Rowan! ¡Deja eso! —lo regañé.
Lo estaba preparando para su fiesta de bienvenida, el niño ya se sentaba en la cama y empezaba a morder las sábanas como un salvaje, y solía transformarse de repente.
—¡Bua! ¡Bua! —Agitó los brazos cuando me acerqué para ponerle la ropa.
—No vayas a transformarte en lobo, eh —le advertí con el dedo—. Silas nos debe estar esperando.
Lo cargué y el niño se quedó tranquilo, menos mal. Cuando salí de la habitación, Malena me esperaba afuera con una amplia sonrisa.
—¡¿Cómo está mi bello sobrino?! —habló muy fuerte.
Rowan alzó los brazos con emoción.
—Crece demasiado rápido —me quejé.
—Abajo la fiesta está encendida, Naomi. Por cierto, ¿no has visto a Silvana? Prometió prestarme uno de sus vestidos.
—Tal vez esté con su hermano —resoplé—. Ya llevo al anfitrión para que todo el mundo lo vea.
—Bien, yo seguiré buscando —Me Palmeó el hombro.
Ella siguió con su camino y yo con el mío. Sonreí, me alegraba que Malena y Silvana empezaran a llevars