Naomi.
Un dolor punzante me invadió todo el cuerpo, sobre todo la parte del estómago. Me sostuve de la pared, iba caminando sola por el pasillo…
—Agh.
Un escalofrío me recorrió la nuca e inesperadamente empecé a sudar. Mi respiración se aceleró, podía sentir mi pecho subir y bajar con adrenalina.
—¿Bebé? —indagué para mí misma.
Las contracciones empezaron, fueron miles de pinchazos en mi vientre que me obligaron a gritar. Quedé en reunirme con Silas en el comedor, pero por lo visto, no iba a llegar.
—¡Ayuda! —grité cuando un chorro de agua salió de mi entrepierna. Llevaba puesta una falda larga.
Mis rodillas golpearon el suelo a la vez que traté de sostenerme de la pared. El mundo me daba vueltas, y vi una imagen familiar acercarse.
Era él.
—¡Naomi! —exclamó, agachándose para ayudarme—. Tenemos que llevarte con el doctor.
—¿Q-qué me pasa? —Mi mente estaba en blanco y la voz de Silas se escuchaba lejos.
Miré a mi alrededor, no podía centrar la vista en un punto específico. Gr