Vanessa estaba en la cama de su antigua habitación, con Nico acostado a su lado. Sus dedos acariciaban distraídamente el pelaje del perro, pero su mente estaba en otra parte. No podía dormir. No después de la discusión con Alexandro.
Había esperado que, después de todo lo que habían vivido juntos, él confiara en ella. Que no se dejara manipular por su madre. Pero ahí estaba, cuestionándola, poniendo en duda lo que habían construido.
Suspiró y tomó su celular, buscando distraerse. Tal vez Alex le había escrito… tal vez se había dado cuenta de que había exagerado. Pero no había nada.
Excepto un correo anónimo con el asunto: "Abre los ojos, Vanessa."
Frunció el ceño y lo abrió con cautela.
Las fotos la golpearon como un puñetazo en el estómago.
Alexandro, en un bar.
Lucía acercándose demasiado.
Lucía tocándole el brazo con confianza.
Y la peor de todas: Lucía besándolo.
Vanessa sintió cómo su pecho se comprimía, su garganta se cerraba y sus ojos ardieron con una intensidad desgarradora.