El sonido del celular rompió el silencio e hizo que Hannah se sobresaltara.
No estaba segura de cuánto tiempo había pasado, desde que había conversado con Teo. Él le había pedido que intentara dormir, asegurándole que todo estaría mejor al día siguiente, pero por más que lo intentó, el sueño nunca llegó.
Durante la primera hora después de la llamada, había buscado su nombre una y otra vez en el navegador y en las redes, actualizando cada cinco minutos con el miedo de ver publicada una foto suya con Hunter. Después, se había obligado a dejar el teléfono a un lado.
Desde entonces, estaba recostada, dando vueltas en la cama. Cada vez que cerraba los ojos, su mente se llenaba de escenarios terribles. Por momentos, la angustia se volvía insoportable; la respiración se le aceleraba hasta rozar la hiperventilación, y la sensación de que las paredes se cerraban sobre ella la obligaba a incorporarse, buscando aire.
Tomó el dispositivo de la mesa de noche y se sorprendió al ver el nombre de Teo