Teo se despertó con las primeras luces filtrándose entre las cortinas. Se giró en la cama para mirar a Hannah y la encontró profundamente dormida. No le sorprendía; después de todo lo que había pasado, era lógico que estuviera agotada.
Estiró una mano para apartarle un mechón de cabello del rostro y la observó en silencio durante unos segundos. Luego, con cuidado, se incorporó y se vistió. Levantó la tarjeta de acceso a la habitación y, después de mirar una última vez a Hannah, se dirigió hacia la puerta, procurando no hacer el menor ruido posible.
Afuera, tomó el pasillo a la derecha con un único objetivo en mente. Se detuvo frente a una de las puertas y llamó.
—¿Quién es? —preguntó Hunter desde el interior.
Teo no respondió, pero se mantuvo frente a la mirilla, lo bastante cerca para que Hunter pudiera verlo si quería. Iba a averiguar si sería lo bastante valiente como para abrir.
Conseguir el número de su habitación no había sido difícil. La única razón por la que no había ido a bu