Hannah reaccionó casi de inmediato y empujó a Hunter con ambas manos.
—¡¿Qué demonios te sucede?! —su voz salió llena de furia.
Miró a los lados para comprobar si alguien los había visto. Estaban en uno de los extremos de la discoteca, en un apartado, junto a la pared; la tenue luz no lograba iluminar la mesa por completo, y para cualquiera que los hubiera visto desde la pista de baile no eran más que dos sombras. Claro que eso no servía de consuelo si alguien ya los vigilaba con una cámara en mano. Solo podía rezar para que el guardia de la zona VIP los hubiera cubierto lo suficiente.
Regresó la mirada a Hunter y apretó las manos a ambos lados. Tenía tantas ganas de abofetearlo, pero sabía que eso solo atraería miradas y teléfonos. A diferencia de él, era plenamente consciente de las consecuencias que podían tener sus actos, y no solo para ella.
Se puso de pie con el bolso en la mano, lista para marcharse. Hunter la llamó, pero lo ignoró.
Acababa de rodear la mesa cuando Daisy aparec