—No necesitas tenerme lástima, Teo. Ya superé lo que pasó. No voy a romperme si me tocas. —A Hannah no se le ocurrió nada más que decir y, de repente, se sintió avergonzada por estar allí, intentando convencerlo de acostarse con ella—. Olvídalo. Creo que necesito volver a mi habitación y descansar. Hasta mañana.
Hannah intentó levantarse, pero Teo aumentó la presión sobre sus caderas, manteniéndola sobre sus piernas.
—No sé qué ideas te estás haciendo en tu cabecita, pero deshazte de ellas. Solo intento ser un caballero. Fue una noche difícil para ti y no quiero aprovecharme de tu vulnerabilidad. —Teo bajó un poco la voz, su mirada fija en ella—. Lo último que siento por ti es lástima. Te tengo admiración, porque sigues aquí de pie después de todo lo que pasaste. —Tomó una de sus manos y la guió hasta su entrepierna—. Y creo que puedes notar que también te encuentro deseable. Tanto que empieza a doler.
Hannah sonrió.
—No quiero que seas un caballero —replicó sin titubear—. No esta n