Teo le dio una mano a su amigo y lo atrajo para darle un abrazo.
—Colton —lo saludó con una sonrisa—. Pero mírate, te ves tan espectacular como siempre —añadió, dando un paso hacia atrás—. Si fuera mujer…
Su amigo sacudió la cabeza.
—Teo, me alegra ver que conservas tu buen humor —respondió, rodando los ojos con una sonrisa.
—Deberías verlo cuando se acaban sus golosinas favoritas —intervino Hannah con una sonrisa—. Desaparece todo rastro de ese buen humor y los demás pagamos las consecuencias.
Colton la miró, divertido.
—Lo he visto. Y sí, es peor que un niño malcriado y malhumorado. La última vez creí que iba a tirarse al suelo y hacer una pataleta. Desde entonces me aseguro de tener siempre un poco guardado en mi almacén. No pienso presenciar una escena tan vergonzosa.
Hannah soltó una carcajada.
—Sigo aquí, por si no lo notaron —refunfuñó Teo, fingiendo molestia.
—Oh, cariño, no nos hemos olvidado —dijo Hannah, dándole una palmadita en el brazo, como quien intenta apaciguar a un