En cuanto sus labios se tocaron, Piper sintió como si algo se desatara dentro de ella. El mundo se redujo a ellos dos y a la cercanía de sus cuerpos; todo lo demás dejó de importar. El beso pronto se volvió más profundo, más urgente.
Piper terminó a horcajadas sobre Colton, con las rodillas hundidas en la arena y las manos aferradas a sus hombros. La boca de Colton tenía un ligero sabor a vodka, y aquello solo intensificó su deseo.
No tenía idea de que un beso pudiera ser tan erótico, tan explosivo. Un estremecimiento la recorrió desde la nuca hasta la punta de los pies, y un calor inesperado se acumuló entre sus piernas.
La necesidad de respirar los obligó a separarse. Piper apoyó las manos sobre el pecho de él y se quedó un instante observándolo. El aire fresco de la noche le golpeó el rostro y, poco a poco, tomó conciencia de lo que acababa de suceder. Abrió los ojos, sorprendida. Nunca había actuado así, nunca se había dejado llevar con tanto arrebato, y jamás había besado a un ho