Piper se tomó unos segundos para recobrarse del susto.

—Lo siento, no te vi allí —dijo, ofreciendo una sonrisa nerviosa.

El hombre permaneció en silencio, observándola de una manera que la hizo sentirse incómoda.

—Yo… mmm… será mejor que regrese adentro —dijo ella, señalando con el pulgar hacia la fiesta, mientras se balanceaba ligeramente sobre los pies—. No quiero molestarte.

Se dio la vuelta, aunque en realidad no quería volver todavía. Necesitaba unos minutos para recuperar un poco de energías.

Los últimos días había trabajado sin descanso y, aunque normalmente disfrutaba de las bodas, en ese momento apenas podía soportar a la gente y el bullicio. Lo único que quería era estar en su cama, aprovechando el que se suponía debía haber sido su único momento libre. Pero un poco de dinero extra nunca le venía mal.

—Está bien —dijo el desconocido, por fin—. No me molesta si te quedas.

Piper soltó una larga exhalación y volvió a girarse hacia la playa. Al principio respiraba de forma sup