Hannah debería estar repasando sus líneas, pero su celular con el audio de sus guiones estaba abandonado sobre la mesa pequeña. Frente a ella, la pantalla de la tableta reflejaba los titulares del día.
No habían sido dos ni cuatro los paparazzis esperándolos a la salida del restaurante.
No.
Habían sido al menos media docena, y los flashes los habían recibido como una ráfaga cegadora, mientras les lanzaban un montón de preguntas casi todas al mismo tiempo y difíciles de entender. Apenas había podido ver por dónde caminaba, y de no ser por Teo se hubiera quedado atrapada en el tumulto.
Al parecer, su matrimonio seguía siendo tema de conversación, y todos estaban más pendientes que nunca de cualquier novedad relacionada con él.
Frunció el ceño, concentrándose para poder leer la oración completa. Ya no tenía las mismas dificultades que unos años atrás, pero todavía había palabras que se le trababan. Aunque existían todo tipo de recursos para evitar leer —audiolibros, asistentes de voz