Hannah tenía la cabeza apoyada contra la ventanilla. Ni ella ni Teo habían vuelto a hablar en un buen rato. El tráfico a esa hora era un caos, y estaban atrapados entre una fila interminable de autos.
—Sé que no te agrado —dijo Teo, de pronto, rompiendo el silencio.
—¿Qué te hizo darte cuenta? —preguntó ella, con una sonrisa burlona.
Teo soltó una carcajada.
—Tengo una propuesta para ti —continuó +el, aún con una sonrisa divertida en los labios—. ¿Por qué no intentamos llevarnos bien? Digo, estaremos casados durante dos años. Si seguimos discutiendo por cualquier cosa, no llegaremos ni al primer mes sin matarnos… —Hizo una pausa, mirándola de reojo—. Sé que necesitas que esto funcione, tienes mucho que perder. Y yo… bueno, tengo un alma caritativa que no quiere verte fracasar. Así que, ¿qué dices?
Hannah resopló.
—¿Alma caritativa? ¿Es en serio?
Él le guiñó un ojo.
—Entonces, ¿qué dices? ¿tenemos un trato?
Hannah no respondió enseguida. Lo que proponía tenía sentido, aunque por la