Los problemas de Samantha parece que están por resolverse cuando el heredero de un conglomerado le hace un oferta que los beneficiará a ambos. Pero Sam jamás imagino que justo el día su boda se enteraría que está embarazada. Ahora ella deber decidir que hacer ¿Deberá seguir adelante con el matrimonio aunque su futuro esposo no sea el padre de su bebé?
Leer másDentro de un baño para mujeres de un conocido y prestigioso hotel, una muy joven mujer se hallaba inclinada contra la puerta de unos de los cubículos de aquel baño, escuchado el muy distinguible sonido de una nariz tapada por la mucosidad, misma nariz que le pertenecía a la otra mujer que estaba al otro lado de la puerta cerrada entre ambas.
—Señorita ¿está todo bien?— pregunto una de las meseras que habían sido contratadas para esa noche, a la vez que daba un par de golpes suaves a la puerta. —Si, todo está bien. Mejor no podría estar. Ya eso sería algo imposible ¿no lo crees? Así que no entiendo para que lo preguntas— respondió la Sam Smith. La mujer que estos momentos se encontraba encerrada en uno de los cubículos dentro del baño de mujeres del lugar. —Es cierto. Puede que mi pregunta suene un poco fuera de lugar, tomando en cuenta que hoy es el día de su boda. El día más feliz en la vida de toda mujer, o al menos eso me han comentado. Yo no sabría decir si eso es verdad, tan solo soy una adolecente de diecinueve años, por lo que la idea del matrimonio no es algo que pase aún por mi mente. «Que afortunada eres de pensar así. Cómo hubiera deseado tener esa misma mentalidad cuando tenía su edad», pensó para si misma Sam sentada sobre la tapa cerrada del inodoro. —Pero ya tiene casi una hora desde que entró al baño, todos sus invitados ya han llegado, y solo faltaría que usted salga de aquí para que la ceremonia pueda dar inicio— agrego la joven mesera con la esperanza de que la novia saliera pronto, y que de esa manera haber logrado cumplir con el trabajo que le habían encomendado de buscar a la novia desaparecida, y llevarla de regreso a la sala donde se llevaría acabo la boda de ese día. —¿Ya todos llegaron? ¿Qué hora es? — Sam estaba sorprendida de que los invitados llegarán tan temprano al evento. Según ella podía recordar aún faltaba un poco menos de una hora. —Son las cuatro y media de la tarde— informo la chica que estaba al otro lado de la puerta. Sam podría estar imaginado cosas, pero podía estar casi segura que el tono de la menor al decirle la hora había sonado como un reclamo. Y no podía culparle. Ya estaba retrasada media hora a su propia boda. —El tiempo pasó muy rápido. Ni siquiera lo había notado. ¿Podrías hacerme un pequeño favor?— al no escuchar ninguna respuesta, la mujer tomo el silencio como un si— ¿Podrías salir y decirle a todos que estaré saliendo de aquí en unos diez minutos? Y si alguien te pregunta por qué tanta demora de mi parte, puedes decir que tuve un pequeño problema con mi vestido. Nadie te preguntara por los detalles si simplemente les dices eso. Además, no es nada raro que las novias suelan llegar un poco tarde a su boda. Más bien, lo raro sería llegar a tiempo. La novia dejo escapar una pequeña risa al comentar lo último, contagiando a la mesera a su vez, quien también no pudo evitar reír un poco al escucharla bromear. —Esta bien. Eso haré. Y no quiero sonar insistente. Pero intenté no tardar más de diez minutos en salir de ahí— la joven mesera ya estaba a unos pocos pasos de la salida de aquel baño, prácticamente tenía un pie afuera cuando hablo por última vez. —Por supuesto. Te aseguro que estaré afuera antes de eso. Solo necesito unos pocos minutos sola. Y perdona mi retraso— Le dijo Sam a la mesera con el mayor esfuerzo en no dejar que su voz que quebrara. La chica no le dio mucha importancia a como la voz de la novia había sonado un poco temblorosa. Imagino que eso se había debido a los clásicos y conocidos nervios que solían atacar tanto a hombres como a mujeres en el día de su boda. Está era le primera vez que trabajaba en un servicio de banquetes como mesera, por lo que no sabía que sería lo mejor que decir o hacer en estas situaciones, supuso que lo mejor sería dejar que la novia tuviera eso pocos minutos a solas, tal como le solicito. Y en cualquier caso había algún inconveniente, ella solo tendría que pedirle ayuda a alguno de sus compañeros de trabajo, quienes esperaba que la pusieran guiar si era necesario.Dentro de un baño para mujeres de un conocido y prestigioso hotel, una muy joven mujer se hallaba inclinada contra la puerta de unos de los cubículos de aquel baño, escuchando el muy distinguible sonido de una nariz tapada por la mucosidad, misma nariz que le pertenecía a la otra mujer que estaba al otro lado de la puerta cerrada entre ambas.
—Señorita ¿está todo bien? — pregunto una de las meseras que habían sido contratadas para esa noche, a la vez que daba un par de golpes suaves a la puerta.
—Si, todo está bien. Mejor no podría estar. Ya eso sería algo imposible ¿no lo crees? Así que no entiendo para que lo preguntas— respondió la Sam Smith. La mujer que estos momentos se encontraba encerrada en uno de los cubículos dentro del baño de mujeres del lugar.
—Es cierto. Puede que mi pregunta suene un poco fuera de lugar, tomando en cuenta que hoy es el día de su boda. El día más feliz en la vida de toda mujer, o al menos eso me han comentado. Yo no sabría decir si eso es verdad, tan solo soy una adolecente de diecinueve años, por lo que la idea del matrimonio no es algo que pase aún por mi mente.
«Que afortunada eres de pensar así. Cómo hubiera deseado tener esa misma mentalidad cuando tenía su edad», pensó para si misma Sam sentada sobre la tapa cerrada de inodoro.
—Pero ya tiene casi una hora desde que entró al baño, todos sus invitados ya han llegado, y solo faltaría que usted salga de aquí para que la ceremonia pueda dar inicio— agrego la joven mesera con la esperanza de que la novia saliera pronto, y que de esa manera haber logrado cumplir con el trabajo que le habían encomendado de buscar a la novia desaparecida, y llevarla de regreso a la sala donde se llevaría acabo la boda de ese día.
—¿Ya todos llegaron? ¿Qué hora es? — Sam estaba sorprendida de que los invitados llegarán tan temprano al evento. Según ella podía recordar aún faltaba un poco menos de una hora.
—Son las cuatro y media de la tarde— informo la chica que estaba al otro lado de la puerta. Sam podría estar imaginado cosas, pero podía estar casi segura que el tono de la menor al decirle la hora había sonado como un reclamo. Y no podía culparle. Ya estaba retrasada media hora a su propia boda.
—El tiempo pasó muy rápido. Ni siquiera lo había notado. ¿Podrías hacerme un pequeño favor? — al no escuchar ninguna respuesta, la mujer tomo el silencio como un si— ¿Podrías salir y decirles a todos que estaré saliendo de aquí en unos diez minutos? Y si alguien te pregunta por qué tanta demora de mi parte, puedes decir que tuve un pequeño problema con mi vestido. Nadie te preguntara por los detalles si simplemente les dices eso. Además, no es nada raro que las novias suelan llegar un poco tarde a su boda. Más bien, lo raro sería llegar a tiempo.
La novia dejo escapar una pequeña risa al comentar lo último, contagiando a la mesera a su vez, quien también no pudo evitar reír un poco al escucharla bromear.
—Esta bien. Eso haré. Y no quiero sonar insistente. Pero intenté no tardar más de diez minutos en salir de ahí— la joven mesera ya estaba a unos pocos pasos de la salida de aquel baño, prácticamente tenía un pie afuera cuando hablo por última vez.
—Por supuesto. Te aseguro que estaré afuera antes de eso. Solo necesito unos pocos minutos sola. Y perdona mi retraso— Le dijo Sam a la mesera con el mayor esfuerzo en no dejar que su voz se quebrara.
La chica no le dio mucha importancia a como la voz de la novia había sonado un poco temblorosa. Imagino que eso se había debido a los clásicos y conocidos nervios que solían atacar tanto a hombres como a mujeres en el día de su boda. Está era le primera vez que trabajaba en un servicio de banquetes como mesera, por lo que no sabía que sería lo mejor de decir o hacer en estas situaciones, supuso que lo mejor sería dejar que la novia tuviera eso pocos minutos a solas, tal como le solicito. Y en cualquier caso había algún inconveniente, ella solo tendría que pedirle ayuda a alguno de sus compañeros de trabajo, quienes esperaba que la pusieran guiar si era necesario.
Lo que desconocía la joven mesera, era que la situación que atravesaba la novia era un poco más compleja que simples nervios prenupciales.
La novia, también conocida como Sam Smith, en estos momentos estaba sentada sobre la taba del inodoro, vestida con un gran y pomposo vestido novia. Su apariencia parecía sacada de un cuento de hadas, o así sería, sino fuera por el maquillaje corrido en su rostro, producto de haber llorado con intensidad por un buen rato en la privacidad que le había otorgado el cubículo en el cual ahora se hallaba.
—Se suponía que todo sería tan sencillo. Todos mis problemas tendrían que terminar hoy. Entonces ¿por qué? ¿Por qué parece que en lugar de salir de ellos solo termino en una situación mucho más complicada que antes? — hablo en voz baja, solo para que ella misma fuera la única que se pudiera escuchar.
Sam miro con angustia aquel pedazo de plástico que tenía entre sus manos temblorosas. Aquel particular aparato que había orinado, y que ahora la veía mofándose de ella al enseñar dos rayas rosadas verticales.
No había la menor duda de que ella estaba embarazada.
¿Cómo fue que las cosas habían terminado de esta manera? ¿Cómo era posible que estuviera a punto de casarse, y el mismo día de su boda se tuviera que enterar que estaba esperando un bebé?
Muchas personas se podrían alegrar al estar en su situación. Pero el problema aquí era que su futuro esposo, y el bebé que ahora se desarrollaba en su vientre, no compartían el mismo ADN. Él no era el padre de su bebé.
Las luces del parque titilaban tenuemente, proyectando sombras largas sobre el césped. Samanta abrazó su propia chaqueta, buscando algo de calor mientras miraba a Oliver con la incertidumbre aún marcada en sus ojos. —Necesitamos hablar de esto— dijo finalmente, su voz más firme de lo que esperaba—. La noticia del periódico... ¿hay alguna forma de evitar que sepan quién soy? Oliver no respondió de inmediato. Era lógico que ella quisiera mantenerse lejos de la atención pública, considerando todo lo que ya estaba enfrentando.—Lo intentamos— dijo tras un suspiro—. Pero ya tienen una foto tuya con el rostro visible. Samanta sintió una punzada de ansiedad recorrer su pecho. —¿Qué significa eso? Oliver la observó con calma, midiendo sus palabras. —Lo único que mis contactos han logrado es que esperen unos días antes de publicarla. Pero es solo cuestión de tiempo. Samanta apartó la mirada. *Era absurdo pensar que podía evitarlo. Tarde o temprano, la foto saldría a la luz. —No puedo l
El amanecer filtraba su luz tenue por las cortinas gastadas del pequeño apartamento de Samanta. Se despertó lentamente, sintiendo el aire pesado en la habitación. Otra noche en la oscuridad. Otra mañana en silencio.Se quedó unos segundos acostada, mirando el techo. El apartamento parecía más grande, más frío, más desolado. Sabía que estaba sola, pero aún le costaba asumirlo. Desde el funeral, no había logrado llorar. No porque no lo intentara, sino porque algo dentro de ella parecía haberse congelado.Suspiró y se obligó a ponerse de pie. Caminó hasta la puerta de su apartamento y la abrió solo lo suficiente para recoger el periódico. Era su única conexión con el mundo exterior ahora que su celular, para su mala suerte estaba destrozado, y la luz seguía cortada.Sostuvo el papel entre las manos mientras regresaba a la mesa. Podría culparlo. Podría enojarse con Jake. Su esposo había prometido pagar la factura, y como tantas otras veces, solo había sido una mentira. Pero el enojo se se
—Así que… solo para aclarar, el nombre de la jovencita de esta foto es Sam ¿cierto? — fue la primera pregunta de lo que Oliver ya veía venir que sería un largo interrogatorio por parte de su abuelo— Algo masculino para una dama.—Su nombre es Samantha, Sam es su apodo.—Si, ya lo imaginé, no soy un tonto Oliver – respondió el mayor caminando hasta una mesa apartada del salón, para tomar una jarra y servirse un vaso de agua. Seguramente para refrescar su garganta y aclarar la voz, listo para una larga platica con su nieto, o al menos eso fue lo que este mismo pudo especular que eran los planes que tenía abuelo.–Si eso era todo lo que querías confinar, creo que se puede tomar por terminada esta reunión – Oliver ya se había puesto de pie, aprovechando la pausa por agua de su pariente para poder salir y librarse, o siquiera, postergar esta charla – fue bueno verte abuelo, vendré a visitarte el fin de semana.– Siéntate Oliver – ordeno el hombre mayor mientras se aproximaba por la parte d
Jess era una mujer centrada, ya estaba cruzando la mediana edad, y tras muchas vueltas en la vida, aprendió que lo mejor que se podía hacer para poder sobrellevar los sucesos que acontezcan, era saber respetar los tiempos. Cuando estuvo en la escuela apunto de repetir el ano y no graduarse, supo que era tiempo de estudiar, cuando se estero que iba ser madre, supo que era tiempo de trabajar, y cuando su esposo se fue y termino sola con dos hijos pequeños, supo que no debía lamentarse, era momento de centrarse mas que nada en sus hijos.Cuando ella conoció Sam puedo saber con solo echarle un vistazo, que la joven iba a toda velocidad, solo era una muchacha de diecinueve años y ya estaba casada, ni ella ni su esposo parecían estar del todo preparados para la vida en matrimonio, hasta donde ella sabia la joven pareja se había casado después de un corto noviazgo y no tenían ahorros. Y en todos esos años que llevaba conociendo a la rubia, esta parecía que nunca se tomaba un respiro.Le sabi
Entre las miradas indiscretas, y los sin esfuerzos intentos de hablar susurrando de los demás pasajeros que obviamente se les hacia mas interesante señalar su muy desaliñado estilo de vestir, bata de hospital y ropa semi formal de funeral, el viaje en autobús había sido justamente lo que esperaba que seria. Ya podía sentirse de nuevo agotada, las horas de sueño que había obtenido en la noche que paso en el hospital parecía que no habían sido suficiente para el momento que se bajó del transporte público, y, aun así, aun debía ir por al menos veinte minutos a pie para llegar a su edificio.Por lo menos no está lloviendo, pensó ella en uno de sus recurrentes intentos de ver el vaso medio lleno y no medio vacío. Pero no era tan fácil pensar cuando el calor del sol abrasador en el cielo despejado solo le recordaba lo incomoda que se sentía al tener más de un día sin tomar una ducha, y lo mucho que anhelaba llegar a su hogar y meterse en la regadera, «¿No se suponía que estábamos en primave
La enfermera no era ninguna novata en su profesión, los muchos años de experiencias ya habían pasado sobre ella, dotándola del conocimiento que en ocasiones los internos del hospital envidiaban. Por esa misma razón no tenia casi ninguna duda de saber que ocasionaba los diversos malestares de la joven rubia que día de estaba bajo su cuidado. Sus ojos nunca le fallaban, y mucho menos su intuición, por algo había sido escogida como jefa de enfermería a sus presuntamente corto treinta y nueve años de edad.—Disculpe… ¿Qué opina usted? ¿Debería de preocuparme por mis síntomas? — Sam no mentiría al decir que no le preocupaba, aunque fuera un poco la migraña, y los otros malestares que habían perturbado el ultimo mes de su vida. Pero tampoco veía que fuera ayudar de algo darles demasiada importancia, tenia otras cosas mas relevantes en su vida en lo que pensar y concentrar su atención. Solo que no ayudo mucho ver como la enfermera se callaba y parecía muy concentrada en el posible causante d
Último capítulo