Capítulo 8: ¿Y Sam?

Oliver acerco su auto a la entrada principal del hotel al igual que muchas otras ocasiones él tenía un asunto de suma importancia que atender en este edificio, se podría decir que después de tanto tiempo está ya era su rutina.

Y al igual de todas las veces anteriores en las que iba a este hotel, tenía sentimientos encontrados. A Oliver no le entusiasmaba tener que venir tan seguido, ya que esto siempre le hacía sentir una extraña sensación de vacío, que se mezclaba a su vez con un sentimiento de nostalgia. Pero por el otro lado, cuándo el dejaba pasar aunque fuera, simplemente una semana sin venir, era algo innegable que terminaría sintiéndose mucho peor de lo que se sentiría sí al venir a este lugar.

Una de las pocas cosas que le hacían más digerible el tener que visitar el hotel, era que cada vez que llegaba terminaba encontrándose con Sam, esa bajita mujer de cabello rubio, ojos marrones, y la cual siempre parecía estar animada, con la que él disfrutaba intercambiar aunque fuera un simple saludo. Pues ya eso, era algo que lo ayudaba un poco con su humor.

Pero encontraste a lo acostumbrado, esta vez la presencia de Sam era inexistente.

Ahora mismo el se hallaba de pie con las llaves de su amigo en mano, teniendo frente a él a otra persona que notoriamente no era aquella chica que en su momento trato de agredirlo con gas pimienta hace un poco más de un año atrás. El valet parking que estaba frente a él lo miraba confundido mientras este día más cerca su mano abierta hacia Oliver, ya que este aún no le estragaba las llaves del vehículo para que él pudiera hacer su trabajo.

—Señor, disculpe. Pero necesito que me entregué sus llaves— musito con cuidado el valet tratando de llame su atención, ya que Oliver se había quedado plantado de pie a un lado de su auto, mirando a todas partes a su alrededor, buscando con la mirada la distintiva cabellera dorada recogida en una coleta floja, la cual era forma en la que Sam solía arreglar su cabello.

«Ahora que lo pienso, nunca la he visto con el cabello suelto», medito Oliver, quien ignoraba que al igual como había echo Martin la vez anterior, ahora él era quien está obstaculizando el trabajo del valet parking del hotel.

—¿Señor?— el pobre valet ya no sabía que hacer para captar su atención, y tampoco quería alzar mas la voz para no meterse en problemas, especialmente con este hombre el cual parecía ser alguien muy importante. Era algo evidente, con solo ver la costosa vestimenta que usaba, que frente a él estaba alguien que no vivían en el mismo mundo que él.

—Oye. Tu ¿cuánto tiempo más planeas hacer esperar a chico? — Pregunto Kevin quien acaba de llegar, hablándole sin ningún cuidado a Oliver, siendo el quién logro sacar a este mismo de sus pensamientos.

—¿Eh?— Oliver miro al chico castaño, notando que este lo veía con molestia— es verdad ¿Qué estoy haciendo?— finalmente le entrego las llaves de su auto al chico que parecía ser bastante joven.

—Lamento llegar tarde Thomas. Ya vendré a ayudarte, solo espera a que me cambié de ropa y estaré aquí contigo pronto— le dijo Kevin a Thomas, el joven valet parking que hasta este momento había estado trabajando ese día solo.

Thomas asintió aliviado de ya no tener que estar solo, para luego retirarse con el auto de Oliver.

Mientras tanto, Oliver observaba en silencio a Kevin, el cual no estaba solo, pues había llegado en compañía de una mujer, la cual, para la decepción de Oliver, no se trataba de Sam.

Los dos empleados del hotel ingresaron a este, sin darse cuenta que Oliver los seguía, hasta que este se les adelanto y se puso de pie delante de ambos.

—Se que quizás no me conocen, pero.

—Si te conocemos.

—Eres Oliver. Oliver Leroux— agrego Andrea, sorprendiendo al nombrado— ¿En que te podemos ayudar?

—Solo quería saber si saben en donde está Sam ¿Por qué no está trabajando hoy? ¿Está enferma?

Que Sam no estuviera era algo insólito para Oliver. En el poco tiempo que tenía de conocerla, él se había dado cuenta de que la rubia era una persona muy diligente y responsable, por lo que, hasta al día de hoy, nunca la había visto ausentarse al trabajo.

Kevin y Andrea se miraron entre si dudosos de que hacer, indecisos, pues no sabían si estaría bien hablarle a Oliver de la vida privada de su amiga. Sabían que él no era del todo un extraño, pues lo había visto conversar en algunas ocasiones con Sam, pero desconocían que tan cercanos eran.

A Oliver le inquieto el intercambio de miradas de la pareja.

—Ella. Bueno. Lo que pasó fue que…

—No se siente bien— intervino Kevin no dejando que Andrea le explicará a Oliver la ausencia se Samantha. Ya que según el punto de vista del castaño, ese niño rico no necesitaba conocer los detalles de la vida de Sam— Por eso faltó hoy al trabajar. Está enferma en casa. Desde hace días que se tenido mucha migraña— eso no era del todo falso— y por fin pudimos convencerla de que se tomará el día para descansar y recuperarse.

Kevin apenas terminó de hablar retomo el paso, y se alejo de Oliver. Andrea se despidió de Oliver, excusando que debía ir a su puesto de trabajo, para luego apresurarse y alcanzar a Kevin que ya se había logrado alejar un poco.

—¿Qué estás haciendo?— pregunto la chica de cabello corto apenas alcanzó al varón.

—¿A qué te refieres? Es obvio que voy de camino a mi casillero en el cuarto de empleados por mi uniforme para cambiarme de ropa. Ya quiero quitarme este traje tan deprimente— expreso Kevin aflojando su corbata, la cual, de por si, ya estaba floja.

—Sabes que no te estoy pregunto por eso, quiero saber ¿Por qué le mentiste a ese hombre?— Andrea desvío unos segundos su atención de Kevin, para ver el lugar en dónde había dejado a Oliver de pie, notando que este ahora se giraba y los veía. Andrea regreso a ver a su amigo con reproche.

—No le mentí, Sam no se siente bien. Solo no le di todos los detalles. Y tampoco es como si él tuviera que conocerlos. Ese hombre, solo por saludar a Sam en algunas ocasiones, no quiere decir que sea su amigo. Es más cercano a un extraño en realidad, y por eso mismo no veo porque debo de…

—Con que no fueron sinceros— exclamó Oliver metiéndose en la conversación, he interrumpiendo a Kevin.

Los dos empleados del hotel dieron un salto del susto al oír la voz de pelinegro justo detrás de ambos. Resulta que Oliver en unos pocos segundos los había alcanzado y había estado caminando unos centímetros detrás de ellos, logrado escuchar todo lo que Kevin estaba diciendo.

—¿Qué les parece si lo intentamos una vez más?

Oliver camino hasta posicionarse frente a Kevin y Andrea, quienes lucían inquietos, ante la mirada penetrante del azabache.

Andrea era quien se veía más nerviosa, mientras que, por el contrario, Kevin se notaba, más que nada molesto de que su mentira hubiera sido descubierta.

—Díganme. Está vez, la verdad ¿En dónde está Sam?

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