Sin necesidad de cambios, tú eres el jefe.
No he parado de llorar, Regina ha hecho hasta lo imposible por calmarme y no lo ha logrado. Mi niño, mi bebé, esto no podía ser cierto, Val me lo dijo estaban todas las condiciones.
¿Sería verdad que no lo logró?
-Señorita, por favor. Tranquilícese, eso no le hace bien al angelito.
-Lo intento, Regina, pero este dolor que tengo dentro no se calma con nada.
-Señorita, lo sé, pero le aseguro que eso no es así, esperaría a que ellos aparecieran, pero creo que es momento.
Con cuidado saca un pequeño celular de esos que usaba cuando era niña, parecía más de juguete que de verdad. Lo abrió y me lo entregó.
"Gia, prepárate, pronto iremos por ti, Enzo".
Rezaba el mensaje. Corto, preciso y conciso y sabía de quién se trataba, el señor Di Rossi estaba aquí y por mí.
Le entregué el teléfono a Regina y ella lo guardó presurosa.
-El señor Di Rossi me pidió que se lo mostrara, ellos estan desde hace días en Italia, planeando su rescate.
-Necesito saber de Niccola, ¿puedes contactarlo?
-Solo recibí