El doctor ricitos me lanzó las llaves de su vehículo y no me dejó de otra que subirme al asiento del piloto y conducir rumbo a mi hogar.
Ambos íbamos en silencio, es que ¿qué le podía decir? Después de lo que me dijo en ese baile podía entender lo que sentía hacia mi hijo, era como si él se viera en un espejo y a través de mi hijo él luchara por hacer todo lo que no hicieron por él.
Quería saber de su historia, ya conocía ciertos episodios por boca de otros, pero ahora que estaba junto a mí sentía la necesidad de escucharlo de él.
-Doctor Malory.
-Mmm...
-¿Podría contarme lo que le sucedió? Digo, puede que no quiera hacerlo, pero siento que de cierta forma eso me ayudará a entenderlo más.
-Mi historia no es una muy bonita que digamos.
-Un café y un pastel de tiramisú lo pueden ayudar, si es que quiere...
-¡Acepto!- sus ojos desprendieron una luz cálida que me dejó casi obnubilada, ya lo había invitado y cumpliría con mi propuesta.
Llegamos a mi edificio y aparqué en el estacionamiento