Capítulo 60

El suceso nos conmovió a los dos, pensar en que Fabiana había tomado esa decisión estando a mi lado y que no me había dado cuente fue demasiado difícil de entender. Eduardo se contuvo las lágrimas y caminó de prisa hasta la salida, en donde ya los trabajadores del hospital sacaban el ataúd para colocarlo en la camioneta.

Fue un momento muy complicado, tener que ser el quién cargara el cuerpo de Fabiana, pero esta vez estábamos acompañados, enfrentando ese dolor juntos, por sus acciones supe que en verdad su corazón noble seguía siendo el mismo, y eso recobró la confianza que creía perdida, en él.

— Su velorio lo haremos solo tú y yo — dijo Eduardo después de un largo silencio en el que solo se escuchaban nuestros sollozos ante tal pérdida, celebrar nuestra reconciliación con un velorio no era nada agradable, pero no quedaba de otra

— ¿Y su familia? Ella ha dicho que tiene padres, y también un hermano al que amó con todo su ser — señalé absorta, recordando lo que me había contado,
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