Estaba viendo hacia el jardín con un trago en la mano, sentía cómo mi mente divagaba con diferentes pensamientos y formas de solucionar conflictos. Daniela estaba dormida plácidamente, mientras yo estoy aquí, a las 10 de la noche, pensando en qué voy a hacer.
-¡Mierda! Necesito hablar con alguien – Tomo mi teléfono y llamo a mi persona de confianza.
-¿Sabes qué hora es, imbécil? – La voz de Gabriel parece adormilada, lo que me indica que estaba dormido.
-Lo sé, pero necesito hablar con alguien, siento que me estallaré en cualquier momento si no hablo.
-¿Tan grave es la cosa?
-Sí.
-¿Vienes a mi casa o voy a la tuya?
-¡No! No quiero que Daniela escuche nada, entre menos sepa de mis pensamientos, mejor.
-Está bien, entonces te espero.
Tomé las llaves de mi auto y me subí, manejando lo más rápido posible hacia la casa de Gabriel. Durante el camino, pensaba que dejé a mi bella mujer sola y que no le dije nada. Ojalá no se levante, aunque ese medicamento que el doctor le dio es bastante pot