Capítulo Trece

Amelia miró su propio vómito en el retrete, sintiéndose aún más enferma. Había sido una semana infernal, nada se asentaba en su estómago. Y para variar, se le había retrasado la regla.

Todas las emociones de los últimos días estaban alterando violentamente sus hormonas.

- Amelia, ¿está todo bien? ¿Puedo pasar? - preguntó la señora Smith al entrar en la habitación.

Amelia salió del baño, visiblemente asqueada.

- ¡Por el amor de Dios, Amelia! ¡Estás pálida! - dijo Helena mientras Amelia se acercaba a la cama.

- Voy a pedirte cita con el médico ahora mismo. - Helena cogió el móvil que llevaba en el bolsillo y llamó a la consulta del médico.

Amelia vio desde lejos cómo Helena se acercaba a la ventana y hablaba por teléfono con la secretaria del médico.

Unos minutos después, Helena colgó y se volvió hacia ella en la cama.

- Ya está, han conseguido hacerte un hueco esta tarde. Ve y ten la seguridad de que yo cuidaré del señor Alderidge. - Helena la tranquilizó, sonriendo a Amelia.

- Graci
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