Capítulo 9. ¿Acaso estaba loco?

Muriel no estaba en condiciones de negarse.

A nada.

Pero al menos no se trataba de un desconocido, y las probabilidades de que le pasara algo junto a Santiago Esquivel eran nulas.

Sonrió para sí misma pensando en que no tenía ningún temor de que pudiera aprovecharse de "la vejestorio".

Se sentía avergonzada, aunque ya no podía hacer nada para evitarlo.

Había bebido como una adolescente.

O en realidad, como hacía cuatro años que sentía la necesidad de beber.

Sin embargo, no había resultado como esperaba. Ahogar las penas con alcohol no era tan efectivo como en las películas. Sólo había conseguido darle lástima a su frío y joven… y sensual jefe.

Tomó el bolso y las llaves de Muriel y la llevó sosteniéndola de los hombros.

"Por todos los cielos, qué bien huele Santiago así de cerquita".

Con un tacto que pensó que su jefe no tenía, él evitó preguntarle por qué había llegado a ese extremo.

El mismo Santiago estaba sorprendido de su impulso protector. Probablemente se debía a que siempre l
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