Capítulo 20. Demasiada familiaridad
El adolescente salió de su parálisis y asintió con la cabeza, mientras iba a la pequeña cocina y buscaba hielo en el congelador.
Lo envolvía con cuidado en un repasador de tela, en tanto pensaba que estaba cansado del acoso y de no poder enfrentar a su padre. Esa misma semana se inscribiría en un gimnasio. Le haría bien.
Muriel se esforzaba por contener las lágrimas, observando cómo Klaus apoyaba las flores en una mesita, y se acercaba a ella con lentitud.
-¿Está bien, señorita Márquez? Supongo que ese hombre es su ex esposo…
Ella sólo asintió con la cabeza.
-No quiero ser indiscreto. Pero, si hace esto con frecuencia, frente a su hijo….
-¡No! Ni siquiera suele pisar mi casa. Sólo me golpeó una vez… Hace años…
-Lo siento. Entiendo si no quiere hablar…
-No quiero… No sé qué le pasó… Pero ¿Qué hace aquí, señor Hesse?
-Pues hago gala de mi impaciencia por verla. Estaba esperando ansiosamente el fin de semana para invitarla a salir… No logré aguardar hasta la tarde o siquiera llamar por